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Noyer, Philippe
NOYER, Philippe 1917-1985
Philippe Henri Noyer nació el 28 de junio de 1917 en Lyon, Francia. Tras una educación tradicional en la elitista Ecole des Roches, Noyer ingresó en la Ecole des Beaux Arts de Lyon. A continuación se trasladó a París, donde trabajó en artes decorativas y publicidad. Fue durante esta época cuando descubrió su talento para la pintura al óleo, iniciando oficialmente su carrera pictórica en 1943.
Ese mismo año, Noyer conoció al afamado marchante de arte parisino Emmanuel David, que promovería su obra y su carrera. Noyer realizó muchos retratos, por los que se ganó rápidamente una reputación internacional, pero también pintó figuras de ensueño en entornos rurales o marítimos, composiciones de técnica clásica pero de concepto surrealista. En 1947, Noyer celebró su primera exposición individual en la prestigiosa galería Drouant-David de París.
En 1949, la galería cedió veinte cuadros de Noyer a un marchante de arte estadounidense que había acordado organizar una exposición con ellos en Estados Unidos. Sin embargo, el marchante estadounidense vendió los cuadros a precio de coste, para cubrir una deuda de juego, a Robert Goldstein, antiguo presidente de la compañía cinematográfica 20th Century Fox. Goldstein quedó tan satisfecho con su compra que distribuyó las obras entre sus amigos, entre ellos Samuel Goldwyn, quien, a su vez, dio a conocer el nombre de Philippe Noyer en la Costa Oeste. Estos acontecimientos dieron lugar a una amistad de por vida entre Noyer y Goldstein.
En los años siguientes, Noyer recibió el encargo de pintar retratos de muchas celebridades, como Elizabeth Taylor, Dinah Shore y Jean Wallace. En los años sesenta, Noyer dejó de lado los retratos para dedicarse a pintar a señoras sofisticadas, delgadas y de largas extremidades, delicadamente estilizadas, que eran su tema favorito.
A lo largo de su carrera, el arte de Philippe Noyer ha sido siempre muy singular. Parece haber experimentado todo tipo de arte moderno sin dejarse influir por ninguno de ellos, aceptando casi con pereza las disciplinas tradicionales. Modernista pero ligeramente surrealista, compensa el rigor de su método con la notable libertad de sus temas. Los elementos que Noyer utiliza en sus cuadros -las mujeres, los monumentos, los animales y las flores- cobran vida bajo el pincel que los traduce en términos estrictamente realistas en composiciones que son fruto de su fantasía y de sus reminiscencias intelectuales o literarias.
Paul Guth se inspiró para escribir una serie de poemas en prosa sobre su obra, que se publicó en 1951 junto con un estudio sobre el artista.