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Martín, Juan
Sculptor and drawer born in Santa Cruz de Tenerife (Spain), on 25th July of 1913.
Settled in Montevideo (Uruguay) in 1915. He's an uruguayan legal citizen.
Studied drawing with Prof. Ernesto Roig; sculpture with Luis Falcini at Industry School and with Severino Pose at the Fine Arts Circle.
At same time worked with an artist group at the sculptor Bernabé Michelena's studio.
Realized study travels to Europe (1936) and in 1956, with the Gallinal Scholarship, awarded by the National Fine Arts School, to attend at the Grande Chaumiere Academy of Paris (France). Was Sculpture teacher at the National Fine Arts School (Uruguay).
Executed several Individual and Collective Exhibitions in Uruguay and at foreign countries.
Principal Prizes:
1939- 3th Prize for his plaster “Ms. Matilde Portrait” at III National Contest (Uruguay).
1940- Special Mention for his plaster “Young Mother” at IV National Contest (Uruguay).
1940- Acquisition Prize for his plaster “Goyo” at I Municipal Contest (Uruguay).
1941- Republic Bank Prize, for his plaster “Revival” at V National Contest (Uruguay).
1941- Acquisition Prize for his plaster “Adela's Bust” at II Municipal Contest (Uruguay).
1942- 2nd Prize for his plaster “Contemplation” at VI National Contest (Uruguay).
1942- Acquisition Prize for his bronze “Young Sculptor” at III Municipal Contest (Uruguay).
1943- 2nd Prize Silver Medal for his plaster “Presence” (figure) at VII National Contest (Uruguay).
1944- Acquisition Prize for his plaster “Baccaro” at V Municipal Contest (Uruguay).
1945- Special Mention, Bronze Medal for his clay-die-cast in plaster “Meditation” at IX National Contest (Uruguay).
1945- Acquisition Prize for his bronze “Jeune” (nude) at VI Municipal Contest (Uruguay).
1947- Acquisition Prize Montevideo Municipal Council, Bronze Medal for his stone “Young's head” at XI National Painting and Sculpture Contest (Uruguay).
1948- Montevideo Municipal Council Mention, Bronze Medal for his plaster “Young Sculptor” at XII National Painting and Sculpture Contest (Uruguay).
1948- 2nd Prize Silver Medal for his ink “Susana” (profile) at XI National Drawing and Engrave Contest (Uruguay).
1949- Special Prize, Bronze Medal for his bronze “Studio” at XIII National Painting and Sculpture Contest (Uruguay).
1950- Montevideo Municipal Council Contest Mention, Bronze Medal for his ink “Profile” at XIII National Drawing and Engrave Contest (Uruguay).
1950- 1st Prize Gold Medal for his bronze “Studio” at XIV National Painting and Sculpture Contest (Uruguay).
1952- Portrait Prize, Silver Medal for his bronze “Susana” at XVI National Painting and Sculpture Contest (Uruguay).
1953- 1st Prize Gold Medal, for his plaster “Young reading” at XVII National Contest (Uruguay).
1958- Republic Bank Prize, Bronze Medal for his plaster “1958, pyramid of shadows” at XXII National Contest (Uruguay).
1960- Portrait Prize, Bronze Medal for his plaster “Girl's Head” at XXIV National Contest (Uruguay).
1961- GREAT PRIZE, Gold Medal for his plaster “Young in march” at XXV National Contest (Uruguay).
1964- Republic Bank Prize, Bronze Medal for his ink "Sphinx” at XXVIII National Contest (Uruguay).
1966- 1st Prize, Gold Medal, for his bronze “Ms. Ann Holden de Salguero Portrait” at XXX National Contest (Uruguay).
His works are at National and Municipal Fine Arts Museums of Montevideo (Uruguay), in other Museums of Uruguay and in private collections of Uruguay, France, Argentina, USA, Canada, Italy Spain, Germany, Mexico and Brazil.
Since 1979, Portón de San Pedro Art Gallery works on top exclusive form all his works.
Died in Montevideo (Uruguay) in 1993.
"Two hours at Del Prado Museum" by Nelson Di Maggio "La República" Newspaper (Uruguay, 2003).
Dos horas en el museo del Prado
* Una variante de la visita de Eugenio D'Ors a la pinacoteca madrileña, con alcances infinitamente más modestos y a escala local, pero siempre gratificantes, se puede hacer por el Museo Blanes situado en el Prado montevideano, a orillas del Miguelete.
NELSON DI MAGGIO
Dibujo de Humberto Frangella.
Escultura de Juan Martín.
El Museo Blanes en el Prado montevideano.
Tiene un perfil bajo en el Departamento de Cultura de la IMM. Sin embargo, el Museo Blanes debería tener un lugar preferencial dentro de las actividades culturales comunales, más proclives a los espectáculos masivos y espectaculares o al anuncio (en los paneles electrónicos) de exposiciones mediocres. Sin comunicados a la prensa, sin catálogo, sin siquiera una humilde hoja fotocopiada para uso del visitante, se inauguró el año pasado una exposición dedicada a dos artistas uruguayos: Humberto Frangella y Juan Martín. No fueron figuras relevantes ni marcaron aspectos fundamentales del arte nacional pero hicieron una moderada contribución a las artes visuales como honorables creadores, en el campo de la enseñanza y en la convivencia fraternal que supieron mantener con vivacidad en las mesas de café. Fueron amigos (en la exposición hay mutuos retratos), compartieron tertulias interminables del Tupí Nambá y alternaron con nombres ilustres de la plástica uruguaya. Aquí se los reúne nuevamente con algunas obras provenientes de colecciones privadas.
Humberto Frangella (1904-65) estudió con famosos maestros del Círculo de Bellas Artes: Vicente Puig, Guillermo Laborde y Pedro Blanes Viale. La influencia de esa trilogía se nota en el aspecto pictórico por la fuerza cromática y la simplificación formal. Frangella recorrió diversas formas expresivas y acaso le dedicó demasiado tiempo a la escenografía (fueron numerosos los trabajos para el Sodre) y al afiche (hay dos de buena factura), cuando en realidad su vocación estaba en el dibujo y la fotografía. El manejo de la línea ondulada y sensual, siempre dinámica, revela una capacidad nada frecuente para el trazo en sus numerosos retratos y caricaturas de colegas amigos (Costigliolo, Paco Espínola, Antonio Pena, Domingo Bazurro, Bernardino Bravo), aunque también frecuentó el paisaje como lo demuestra su participación en diversos concursos. En el terreno de la fotografía, aunque se exhiben pocas (como en los demás rubros), es un pionero en el enfoque y en los temas, con fuertes imágenes en blanco y negro propias de las vanguardias históricas y algunos retratos signados por las convenciones teatrales (la bailarina y directora del ballet del Sodre Tamara Grigorieva, la jovencísima actriz China Zorrilla). En la pintura es más convencional o, por lo menos, no alcanza el nivel de los planistas, con los cuales se podría identificar generacionalmente. En los últimos años (luego de dos viajes a Europa, en el 51 y en el 64) y acaso contagiado por las preocupaciones estéticas de la época, incursionó a principios del sesenta (en tintas resistentes y frottages al pastel) por la abstracción. Integró la bohemia artística montevideana, adicta a las charlas en cafés que sin ser estrictamente literarios, existían, y su pasaje, cada noche, era tan inevitable como en la actualidad ver televisión. Adolfo Pastor y Antonio Berni dejaron el registro de su fisonomía en dibujos de buena factura.
Juan Martín (1913-99) nació en Santa Cruz de Tenerife pero dos años después se radicó en Montevideo. Estudió en el Círculo de Bellas Artes con el maestro argentino Luis Falcini, quien dejó una impronta formal e ideológica, con Severino Pose y Bernabé Michelena, hasta descubrir en una viaje de estudio a París (1936-37), a Rodin. Practicó, siguiendo a Falcini especialmente, el desnudo y el retrato, de acuerdo a la técnica escultórica adictiva (o de "la pelotita" en la jerga del taller), donde la luz resbala sobre la irregular superficie en talante impresionista, y, por momentos, recostada al academicismo escultórico reinante. Sus dibujos a tinta son típicos de escultor en el estudio de planos con rayas paralelas tratando de registrar los diferentes puntos de vista del volumen.
Ambos participaron en varios salones nacionales y municipales pero no se prodigaron en unipersonales. El mérito del Museo Blanes radica en rescatar una parte olvidada de la historia del arte nacional con dos representantes que si no trepan a un primer nivel en la consideración crítica tampoco merecen la opacidad a que fueron confinados durante tanto tiempo. Desde luego que ambos artistas poseen más obras que las que aquí se exhiben pero es seguro que la intención de la organización no fue establecer una visión exhaustiva sino documentar aspectos de obras disponibles.
Pero el Museo Blanes no se agota con las muestras temporarias que, si no son muchas durante la temporada (quizá por ra zones presupuestales), se caracterizan por su profesionalismo en las propuestas y en el montaje. También el acervo permanente (Blanes, Figari) se renueva periódicamente en un propósito por desempolvar el pasado, tratando de darlo a conocer con una mirada más actual. Como se hace con Juan Manuel Blanes, donde la descomunal retórica teatral de El Juramento de los Treinta y Tres Orientales y La Revista de 1885 son en parte neutralizadas (si es que es posible) por los sensibles y numerosos bocetos, excelentemente presentados, así como los retratos de diferentes personalidades, algunos confrontados con los de Cayetano Gallino, su rival contemporáneo. Es una visión más abierta, comprensiva y menos convencional del "pintor de la Patria".
También hay aciertos en la sala de Pedro Figari (aunque la iluminación es deficiente) con pequeñas obras de su primera época. Menos interés tienen las miniaturas de la colección Rossell y Rius y los textos de alumnos escolares que se produjeron. El espacio central debería tener un atractivo de fuerte impacto visual y no esta desganada incursión didáctica.
El entorno paisajístico en que se encuadra el Museo Blanes es de una tradicional hermosura. Está muy bien cuidado y hasta el jardín japonés que se inauguró como un adefesio exótico se modificó sustancialmente (aunque todavía está lejos de concluirse) y ahora se torna más aceptable en su integración forzada y en su inesperado acriollamiento (hay ceibos que se mezclan con especies orientales lejanas, algunas de origen chino, es bueno advertir). Está muy bien el mantenimiento que le dedica la Intendencia de Montevideo (costoso, sin duda) y sería conveniente que se contemplara parte del presupuesto a las exposiciones, por lo menos pensar en la posibilidad de contar con un modesto catálogo para exposiciones que el contribuyente sabrá agradecer como corresponde. Aunque el Espacio Cultural Barradas no conformó las expectativas por la pequeñez, casi de aldea infantil, en su solución constructiva, un par de horas en el Museo Blanes y su magníficos espacios verdes son siempre gratificantes. Vale la pena tenerlos en cuenta entre los paseos estivales. *