En fecha reciente fue abierta a consideración del público una exposición de pinturas en la sala de exposiciones del 7º Distrito de la Dirección Nacional de Vialidad, 27 de Febrero y Salta.  La colección de pinturas a la vista -acrílicos sobre tela- es de autoría del artista santafesino Luis Gervasoni, cuya presencia es activa y constante en el medio cultural local.  La colección de pinturas a la vista gira en torno de un eje conceptual temático que Gervasoni interpreta a su modo, y se acompañan con textos poéticos firmados por Hernán Bortondello, los que actúan como explicitación descriptiva e interpretación de cada uno de los relatos visuales expuestos.

La muestra adquiere un perfil programático que se encabalga en torno a subjetivas apreciaciones de tiempo y lugar, vinculados al mito bíblico de la construcción de la Torre de Babel.  Con punto de partida en este tópico, el artista describe visualmente acontecimientos propios del proceso arquitectónico imaginado, trasladando a la hipotética actualidad cada una de las instancias propias del trabajo referenciado, con especial énfasis en los protagonistas:  los obreros de la construcción.

Los textos acoplados aparecen como apéndices subordinados a cada imagen expuesta a modo de palabra poética, que explica y expresa emocionalmente cada instancia, sin quitar ni agregar a las imágenes, cuya explicitación configurada es de directa apreciación.  Luis Gervasoni opta en su proceso de realización plástica por una peculiar entonación realista inopinadamente distorsionada en los tramos que define como centrales, apoyándose en tratamientos formales y de textura visual que no traspasan el límite del efecto pictórico de superficie, trabajando la espesura dramática que su discurso plástico presupone temáticamente.

Cada cuadro a la vista se resuelve plásticamente por un doble andarivel de construcciones plásticas antéticas, que recortan un constante conflicto en la apreciación global de cada pintura a la vista.  El hiperrealismo pictórico, lenguaje en el cual el expositor ha dado muestras excelencia y solvencia en otras obras, aquí colisiona con la resolución de las imágenes centrales arbitrariamente distorcionadas, ajenas a cualquier cuestión conceptual dramática a la que hipotéticamente alude el autor con sus obras.  Estas distorciones o deformaciones se aproximan más a un juego de plástica especulativa antes que a la concepción y elaboración hiperrealista de cada situación.  El elíptico homenaje al trabajo y a sus protagonistas primarios, los obreros de la construcción embarcados en esa "loca aventura" propia de la soberbia humana, son construídos como datos plásticos de abstracta definición,  por la arbitrariedad de los segmentos sobre los que se centra la atención visual.  Estos personajes son "imposibles", por decirlo de un cierto modo, en tanto pretendamos vincularlos plástica y compositivamente al contexto en el que interactúan, éste último sí elaborado y resuelto bien.  El modo hiperrealista de resolución, de buena factura se desprende del plano general pintado, obligando al ojo que mira,  en suma al espectador a saltar de un subespacio a otro, anclándose en las bandas laterales-derecha de la obra Construyendo Babel I, y en ambos extremos en El Otro Sol.  En estas parcialidades citadas, los laterales, la calidad plástica es de total congruencia y calidad estética.  Y de tal modo lo son que se constituye en "otros cuadros" que flaquean a aquel otro, centralizado.

Cuestiones de parecido rango se producen en la obra titulada Construyendo Babel III.  En este caso la imagen centralizada del hombre no se resuelve como escorzo entrevista y elaborado desde un punto de vista que otorgue rotunda congruencia a lo pintado.  La forma parece en forzada torsión y desproporción irónica dentro del mismo plano.  La espectacularización  de cada relato visual se logra a expensas de la verosimilitud.  De tal modo, el halago y la proeza de taller conspiran en contra de la carnadura expresiva del drama humano que se cita.

Los efectos de luz-sombra condicionan el color como tinte esencial a presupuestos de valor cromatizado y los diseños formales señalan las formas con precisión, sujetando la luz a la definición precisa de las formas diseñadas.  Optar por un modo de decir plástico, ajustándose a sus preceptos en un buen modo de transitar por los meandros de la creación plástica, sin extasiarse ante la multiplicidad de recursos que ofrece la contemporaneidad.

En el marco del emprendimiento conjunto que llevan adelante UPCN Cultura y La Reja de la Tapera, desde días atrás viene exponiendo pinturas de Luis Gervasoni en el local de la calle Rivadavia 2583 de nuestra ciudad, quien titula a su colección exhibida como "...de estas zonas".

Con un enmarcado de dificulta la mejor percepción de cada obra expuesta, Gervasoni desarrolla un "corpus" plástico de definida coherencia entre obras como intencionalidad expresiva de su discurso plástico y materialización técnica de cada una.  Con el tratamiento convencionalmente aceptado de "cuadro" como ventana a través de la cual el observador se ve introducido a mirar un trozo de realidad,  Gervasoni opera plásticamente como el ojo que mira y cristaliza el tiempo en una imagen.

Su paleta huye de la tonalidad cromática para desplegarse en los tonos reflexivos de tierras, azules y verdes.  El correlato valor-color sirve como escala de correspondencia y el autor acierta en la ejecución del espacio ordenado y quieto donde la vida parece no transcurrir, está detenida "fuera de tiempo.

La atenta y dedicada factura como resolución de cada obra en la cual el precepto de verosimilitud se enseñorea, habla de una persona de real dedicación al trabajo.

En el convencimiento de que no hay obra tangible en tanto no haya una entrega al oficio.  El toque maestro tan caro a la fábula artística es la resultante al trabajo consecuente y la lúcida dedicación, nunca fruto de la improvisación tan abundosa por estos lares, que suple con discursos de justificación dudosa a lo que no se ha destilado lentamente en el taller.  Gervasoni apuntala lo suyo con un oficio que va concretando paso a paso.  Y está bien que así sea para su intensionalidad plástica.

La captura del detalle revelador, la atención al contraste lumínico de máxima exactitud posible asoman en ocaciones en sus obras.  El autor está en camino e intenta hablar del misterio expectante que entorna al paisaje entrevisto como escenario distante en el cual "la vida de todos los días" se muestra sin el hombre.  Desde una mirada afilada que espía por el entresijo de la envoltura cotidiana, el autor busca atrapar lo irreal que sobre-nada aquí y allá.

En este contexto sus obras más logradas -Estación "La Clara I" y Estación "La Clara II"- ambos acrílicos,  lo son no solo por el carácter no solo evocativo a que refieren sino por el planteo estrictamente estético que las anima.  En ellas está presente la espesa densidad del espacio como territorio del silencio, como lugar donde la vida ausente acecha desde sus sombras y su luminiscencia.

Sin dudas una paleta de mayor elaboración cromática otrogaría una mayor calidad pictórica a muchas de sus propuestas.  Los tonos quebrados por la sombra, los verdes y tierras se leen en ocasiones como manchas inertes.  Queda fuera de dudas que es la mirada del autor que define la temperatura expresiva de cada obra.  Lo extraño, lo angustiosamente vacío en sus paisajes es la percepción que él tiene de ellos, y  así lo proyecta.

El camino elegido es riesgoso en tanto puede caer en la tarjeta postal al paso.  Le cabe al autor, a Luis Gervasoni, con sus herramientas cada vez mejor aprestadas ir desovillando la madeja sustanciosa irrealidad para convocar en el plano y a su voluntad aquello que se aproxima a lo extraño e inexplicable que anda en derredor.

En el marco del emprendimiento conjunto que llevan adelante UPCN Cultura y La Reja de la Tapera, desde días atrás viene exponiendo pinturas de Luis Gervasoni en el local de la calle Rivadavia 2583 de nuestra ciudad, quien titula a su colección exhibida como "...de estas zonas".

Con un enmarcado de dificulta la mejor percepción de cada obra expuesta, Gervasoni desarrolla un "corpus" plástico de definida coherencia entre obras como intencionalidad expresiva de su discurso plástico y materialización técnica de cada una.  Con el tratamiento convencionalmente aceptado de "cuadro" como ventana a través de la cual el observador se ve introducido a mirar un trozo de realidad,  Gervasoni opera plásticamente como el ojo que mira y cristaliza el tiempo en una imagen.

Su paleta huye de la tonalidad cromática para desplegarse en los tonos reflexivos de tierras, azules y verdes.  El correlato valor-color sirve como escala de correspondencia y el autor acierta en la ejecución del espacio ordenado y quieto donde la vida parece no transcurrir, está detenida "fuera de tiempo.

La atenta y dedicada factura como resolución de cada obra en la cual el precepto de verosimilitud se enseñorea, habla de una persona de real dedicación al trabajo.

En el convencimiento de que no hay obra tangible en tanto no haya una entrega al oficio.  El toque maestro tan caro a la fábula artística es la resultante al trabajo consecuente y la lúcida dedicación, nunca fruto de la improvisación tan abundosa por estos lares, que suple con discursos de justificación dudosa a lo que no se ha destilado lentamente en el taller.  Gervasoni apuntala lo suyo con un oficio que va concretando paso a paso.  Y está bien que así sea para su intensionalidad plástica.

La captura del detalle revelador, la atención al contraste lumínico de máxima exactitud posible asoman en ocaciones en sus obras.  El autor está en camino e intenta hablar del misterio expectante que entorna al paisaje entrevisto como escenario distante en el cual "la vida de todos los días" se muestra sin el hombre.  Desde una mirada afilada que espía por el entresijo de la envoltura cotidiana, el autor busca atrapar lo irreal que sobre-nada aquí y allá.

En este contexto sus obras más logradas -Estación "La Clara I" y Estación "La Clara II"- ambos acrílicos,  lo son no solo por el carácter no solo evocativo a que refieren sino por el planteo estrictamente estético que las anima.  En ellas está presente la espesa densidad del espacio como territorio del silencio, como lugar donde la vida ausente acecha desde sus sombras y su luminiscencia.

Sin dudas una paleta de mayor elaboración cromática otrogaría una mayor calidad pictórica a muchas de sus propuestas.  Los tonos quebrados por la sombra, los verdes y tierras se leen en ocasiones como manchas inertes.  Queda fuera de dudas que es la mirada del autor que define la temperatura expresiva de cada obra.  Lo extraño, lo angustiosamente vacío en sus paisajes es la percepción que él tiene de ellos, y  así lo proyecta.

El camino elegido es riesgoso en tanto puede caer en la tarjeta postal al paso.  Le cabe al autor, a Luis Gervasoni, con sus herramientas cada vez mejor aprestadas ir desovillando la madeja sustanciosa irrealidad para convocar en el plano y a su voluntad aquello que se aproxima a lo extraño e inexplicable que anda en derredor.

El miércoles 16 de diciembre a las 21 en el Centro Cultural La Ribera, ubicado en el dique I del puerto, quedará inaugurada la exposición "Paisajes y bodegones II", que reúne unas 50 obras en acrílico del artista plástico santafesino Luis Gervasoni.

Habrá una pequeña instalación y un power point con proyecciones de imágenes de obras de los talleres que él dirige, sonorizadas con grabaciones de jazz.  Además, en la muestra actuará la Agrupación Coral Ars Nova, que el artista integra, bajo la dirección de Matías Amicuzzi.

Entre lápices y pinceles

Por otra parte, en el Centro Experimental del Color, Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, se exhibe la muestra anual de los talleres de Pintura y Dibujo que coordina Gervasoni.   Con el nombre "Entre lápices y pinceles", la exposición puede visitarse de lunes a viernes de 8 a 20, y sábados de 9 a 17.

Las piezas que se expondrán reflejan las diferentes técnicas que se desarrollan en estos talleres:  grafito común y color, pinturas al óleo, acrílico y pastel.

"El fin de todos los talleres no es que todos se conviertan en artistas sino que encuentren en si mismos nuevas formas de expresión", destacó Gervasoni, y destacó el trabajo del taller de niños, "que con diversas técnicas permite la expresividad tan necesaria en esas edades formativas".

En cuanto a los logros obtenidos, explicó que "la evolución de los alumnos se va dando con el correr del tiempo.  Algunos de estos talleres no hace mucho que existen, de manera que recién comienzan a verse realizaciones abstractas y empiezan a soltarse en una corriente más creativa, pero con la insistencia de la base del dibujo.  Además, la mayoría de mis alumnos comienzan de cero o con muy poco conocimiento sobre técnicas, materiales y conceptos de composición, ubicación en los soportes, etcétera".  Para finalizar, Gervasoni recordó la frase que repetía su maestro Lausen Freyre Beñatena:  "El arte protege y libera".

Recorrido

Luis Gervasoni se formó en los talleres de Lausen Freyre Beñatena.  Desde 1999, año en que empezó a exponer, realizó muestras individuales y colectivas en Buenos Aires, La Pampa, Córdoba, Tucumán y localidades del interior de la provincia.

Fue candidato a beca en distintas ediciones del Salón Anual de Santa Fé, San Francisco, Esperanza y San Justo.

En 2004, fue galardonado con el Primer Premio Adquisición del Salón de Pintura de Avellaneda, de carácter nacional.  Dos años después ganaría el Premio Estímulo en el Salón Banco Nación Ciudad de Buenos Aires y el Primer Premio en el Salón de Pintura Benito Quinquela Martín, de Buenos Aires.

En 2007, recibió el Primer Premio Adquisición en el 73º Salón Anual de Artistas Plásticos Santafesinos.  Un año después ganó el Premio Pintura en el Salón Nacional de Ceres, donde este año fue invitado de honor.

El jurado del III Salón Nacional de Pintura Fundación Banco de la Nación, integrado por Laura Feinsilber, Guillermo Roux, Julio Sapolninik, Hugo Sbernini y Adrián Gualdoni Basualdo, otorgó los premios, menciones y premios estímulo de este certamen.

El rosarino Carlos Raffo ganó el segundo premio;  en tanto la santafesina Gabriela Pertovt y la santotomesina María Carolina Porral obtuvieron menciones del jurado.  En Premios Estímulo, fue galardonado con medalla y diploma, Luis Gervasoni, de  nuestra ciudad.

Asimismo, el Jurado declaró como "Mejor muestra de conjunto" a las obras preseleccionadas por la provincia de Santa Fé, destacando de esta manera el nivel de actividad artística de esta zona.

El Jueves 3 de agosto a las 19.30 hrs. en el Palacio Nacional de las Artes Palais de Glace, Posadas 1725 (Ciudad Autónoma de Buenos Aires) se entregarán las distinciones.

La firma "Johnson Acero", de calle 25 de Mayo 2932 cobija la Exposición de Pintura que el aritsta Luis Gervasoni exhibe desde días atrás en su sala de la Planta Alta.  Gervasoni muestra una colección de trabajos de formato medio-menor que se subdivide en dos proposiciones temáticas.  En una es el paisaje suburbano-pampeano santafesino, en tanto que en la otra el eje expresivo-temático gira en torno al modelo armado como naturaleza muerta o bodegón.

En todos los casos el autor ajusta sus procedimientos representativos a una idea de verismo, de fidelidad a la forma impuesta como argumento central.  El punto de vista compositivo centraliza la escena otorgando a los paisajes una suscinta ilusión de espacios infinitos en los que la precisión de cada tramo pintado se impone y sujeta al autor a un rigor particular.  Ello inhibe a la presencia de un aura de poética particular de ausencias que se sugiere.  Un acotado principio expresivo de irrealidad asoma levemente, sin imponerse.  La paleta cromática en todos los casos es ajustada a cada modelo impuesto/elegido.

Gervasoni, poseedor de un sólido oficio demostrado en cada uno de los trabajos opta por una pintura de densidad lumínica opaca, el acrílico.  Resta con el empleo de este recurso matérico la sugerencia de luminosidad y transaparencia, de impalpabilidad de la luz que resbala por sobre las superficies otorgando una cierta pulsión vital y evanescente a sus realizaciones.  Un espacio de ambiguo ajuste se produce entre imagen y realización matérica.  Se sabe que la prontitud de ejecución de obra a veces se logra a expensas de la poética particular de la temática elegida.

En el marco del emprendimiento conjunto que llevan adelante UPCN Cultura y La Reja de la Tapera, desde días atrás viene exponiendo pinturas de Luis Gervasoni en el local de la calle Rivadavia 2583 de nuestra ciudad, quien titula a su colección exhibida como "...de estas zonas".

Con un enmarcado de dificulta la mejor percepción de cada obra expuesta, Gervasoni desarrolla un "corpus" plástico de definida coherencia entre obras como intencionalidad expresiva de su discurso plástico y materialización técnica de cada una.  Con el tratamiento convencionalmente aceptado de "cuadro" como ventana a través de la cual el observador se ve introducido a mirar un trozo de realidad,  Gervasoni opera plásticamente como el ojo que mira y cristaliza el tiempo en una imagen.

Su paleta huye de la tonalidad cromática para desplegarse en los tonos reflexivos de tierras, azules y verdes.  El correlato valor-color sirve como escala de correspondencia y el autor acierta en la ejecución del espacio ordenado y quieto donde la vida parece no transcurrir, está detenida "fuera de tiempo.

La atenta y dedicada factura como resolución de cada obra en la cual el precepto de verosimilitud se enseñorea, habla de una persona de real dedicación al trabajo.

En el convencimiento de que no hay obra tangible en tanto no haya una entrega al oficio.  El toque maestro tan caro a la fábula artística es la resultante al trabajo consecuente y la lúcida dedicación, nunca fruto de la improvisación tan abundosa por estos lares, que suple con discursos de justificación dudosa a lo que no se ha destilado lentamente en el taller.  Gervasoni apuntala lo suyo con un oficio que va concretando paso a paso.  Y está bien que así sea para su intensionalidad plástica.

La captura del detalle revelador, la atención al contraste lumínico de máxima exactitud posible asoman en ocaciones en sus obras.  El autor está en camino e intenta hablar del misterio expectante que entorna al paisaje entrevisto como escenario distante en el cual "la vida de todos los días" se muestra sin el hombre.  Desde una mirada afilada que espía por el entresijo de la envoltura cotidiana, el autor busca atrapar lo irreal que sobre-nada aquí y allá.

En este contexto sus obras más logradas -Estación "La Clara I" y Estación "La Clara II"- ambos acrílicos,  lo son no solo por el carácter no solo evocativo a que refieren sino por el planteo estrictamente estético que las anima.  En ellas está presente la espesa densidad del espacio como territorio del silencio, como lugar donde la vida ausente acecha desde sus sombras y su luminiscencia.

Sin dudas una paleta de mayor elaboración cromática otrogaría una mayor calidad pictórica a muchas de sus propuestas.  Los tonos quebrados por la sombra, los verdes y tierras se leen en ocasiones como manchas inertes.  Queda fuera de dudas que es la mirada del autor que define la temperatura expresiva de cada obra.  Lo extraño, lo angustiosamente vacío en sus paisajes es la percepción que él tiene de ellos, y  así lo proyecta.

El camino elegido es riesgoso en tanto puede caer en la tarjeta postal al paso.  Le cabe al autor, a Luis Gervasoni, con sus herramientas cada vez mejor aprestadas ir desovillando la madeja sustanciosa irrealidad para convocar en el plano y a su voluntad aquello que se aproxima a lo extraño e inexplicable que anda en derredor.

Con el título "Santa Fé, ciudad real, ciudad imaginada", la construcción de la imagen urbana fue inaugurada recientemente una exposición de artes plásticas en las salas del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez.  Esta muestra, que fue generada a partir del proyecto de investigación, cuyo título ya consignamos, dirigido por la Arq. Claudia Montoro, de la Fadu-UNL, contó con la subdirección de la Dra. Marta Zátonyi y un grupo integrado por los Arq. Marcelo Olmos, D.G. Danilo Sunzunegui y Adriana Cislaghi, y convocó a los plásticos Juan Andereggen, Héctor Batalla, Estela Brieva, Any Fabri, Virginia Farah, Luis Gervasoni, María Elena Machuca, Abel Monasterolo, Gabriela Pertovt, Armando Pomina, Carolina Porral, Gastón Spuler y Gabriel Villot para que:  ..."a través del arte, es en donde afloran los sentimientos ocultos, las vivencias rescatadas, las historias transmitidas en la intimidad de la memoria".   (Cita el prólogo firmado por la directora del proyecto de investigación).

En el modesto impreso de registro de la convocatoria se nos hace saber de las razones y motivos que dieron lugar a la concretización de la exposición citada, conceptos a los que se accede si se tiene la fortuna de conseguir el citado programa.  Estos argumentos vertidos por la Arq. Montoro, de interesantes conclusiones, son orientadores de las razones del recorrido expositivo en cuestión, suerte de "puerta de acceso" a una reflexiva apreciación de lo que se tiene en frente.  Esta suerte de "llave textual" destinada al ocasional visitante no aparece en ningun lado, no está "a la mano" de quien intuye que debe haber alguna cuestión que establezca los correlatos entre el título de la muestra y las obras en exposición.  En ausencia del sitado prólogo, portal de acceso a la fruicción de esta muestra, la atención se dispersa en función del valor de las individualidades que exhiben sus trabajos.  Esta orfandad inhibe potenciales enriquecimientos aumentativos de la gratificación y/o comprensión de tal o cual obra o autor, cerrando la proposición inicial.

Luis Gervasoni participa de la muestra con una pintura de dimensión mural articulada en tres cuerpos.  El autor construye su obra enunciando figurativamente un "arriba" ostentoso en sus prolijos dibujos de edificios públicos que tipifican el horizonte de la urbe santafesina con el "abajo" subyacente a estos monumentos arquitectónicos, que indican el poder y/o el saber con raíces que sostienen y alimentan.  Estas enormes raíces que hipotéticamente operan como anclaje de aquello que se exhibe en superficie, son envolventes tubérculos, ocasionalemente filamentosos, que no ajustan ni aprietan sus extensiones con el propósito de sostener, de vincular lo uno con lo otro.  Flotan, sin aferrarse a nada.  El discurso visual a la vista, en abierta y precisa descripción visual alude, quizás inopinadamente, a la ficcionalización de una ciudad que se espeja a sí misma creyendo ser otra.  Gervasoni nos remite a lo real, a lo imaginado y a lo deseado operando con refrenada levedad crítica en su explícito enunciado visual, sin arriesgarse a más.