Estilos
- Todos los productos
- Abstracto
- Tapiz
- Alhajas Constructivas
- Arte Contemporáneo
- Constructivismo
- Cubismo
- Escultura
- Expresionista
- Figurativo
- Fotografía
- Geométrico
- Grandes Maestros
- Hiper-Realismo
- Impresionismo
- Muralismo
- Objetos de Arte
- Pintura Americanista
- Pintura Contemporánea
- Pintura Extranjera
- Pintura Folclórica
- Pintura Nacional
- Planista
- Realismo
- Surrealismo
- Taller Torres García
- Outlet
- Escuela Argentina
- Escuela Chilena
- Libros y afiches
- Modernismo
- ab
- abs
- arteco
- figurativo
- gran
- ob
- pin
- plan
Lara, Clever
Nace en Rivera (Uruguay), el 26 de noviembre de 1952.
La obra del joven y talentoso pintor riverense, emerge al despuntar la década del 80 con singulares bríos y arrolladora potencia expresiva, cualidades que lo transforman en la figura más significativa de la nueva generación de artistas plásticos nacionales.
Inicia en su ciudad natal, los estudios de pintura en la E.T.A.P. hacia 1964, institución que recuerda otra de idéntico nombre fundada hace medio siglo, en 1932, por dos prestigiosos artistas, Carmelo Rivello (1901 – 1944) y Carlos Prevosti (1896 – 1955).
En usufructo de la Beca Guggenheim estudió grabado en metales en el Prat Graphics Center de Nueva York (USA) en 1984. En ese mismo año hizo un curso de grabado con Luis Camnitzer en Valdottavo-Lucca, Italia.
Ha actuado como comisario en envíos de Uruguay a exposiciones internacionales (Bienal de San Pablo y Bienal de Venecia).
En los lienzos de Lara emerge de un modo natural un aura de mundo mágico y trágico al que se superpone un orden geométrico que respeta la identidad de los objetos. No desemboca en un juego manierista merced a las relaciones encuentro/desencuentro que establece con los objetos.
En las zonas centrales de sus pinturas se inscriben ventanas hacia lo real que confieren credibilidad a la imagen, mientras la pintura se desvanece a los márgenes.
En su primera presentación internacional integrando el envío uruguayo a la XVI Bienal de San Pablo, Brasil (1981), sorprendió a la Crítica especializada y al público, por la enjundia y vitalidad de su color de grises intensos y ricos, y su materia generosa, plasmando en un tríptico de seis metros, una original cosmovisión.
No se trata únicamente de valentía y audacia para abordar las grandes dimensiones, sino de la capacidad excepcional de formular un lenguaje pleno de especificidad y autonomía.
Con sus promontorios y bultos a medio deshacer, de los que afloran múltiples objetos, algunos reconocibles y otros no, alude a los envoltorios de momias de las culturas precolombinas sugeridos por algunos tejidos descriptos minuciosamente.
Al mismo tiempo el espacio en que coloca esos bultos desmañados actúa como un enorme telón que hace referencia a la modernidad por su planismo y las inscripciones o anotaciones lineales a modo de sutiles señalizaciones.
Apoyado, en una decantada reflexión y fina intuición, establece un puente entre el pasado remoto del continente y el futuro, intentando el develamiento de nuestra identidad.
En relación con la mayoría de los creadores de su generación, impregnados de las influencias del arte norteamericano, del Siglo XX, Pop, Arte Mínimal, Arte Conceptual, fruto de contextos sociales y culturales muy diversos, Clever Lara, da una respuesta radical. Mientras aquellos caen en la pura fragmentación de la imagen , que trasunta algo mucho más profundo , la fragmentación del ser y el dislocamiento del alma individual y colectiva, el joven pintor asume una interpretación global, no solo de la realidad sino del proceso histórico latinoamericano.
Su pintura se levanta como una poderosa estructura de sentido. No incurre ni en lo panfletario, ni en un arte meramente político, recupera la función poética del arte. Su pintura posibilita un demorado regodeo de los sentidos y del espíritu.
El denominador común en los jóvenes más dotados es la exploración con los distintos materiales, procedentes de las modernas tecnologías, ofreciendo una visión parcelada a extremo y una consiguiente carencia de sentido unitario y totalizador de la existencia. El arte de vanguardia terminó siendo como alguien lo ha definido “una región de la tecnología”, atomizado, dependiente y contribuyendo a la destrucción de la unidad cultural.
Otro de los factores que hacen de la obra de Clever Lara un acontecimiento relevante en el panorama actual de la plástica, es la recuperación del Barroco americano.
El Barroco marca uno de los instantes expresivos más plenos del arte americano luego de la colonización.
De dicho estilo posee la llamada “manera grande”, aplicada a Bernini, por la exigencia de los amplios espacios necesarios para hacer vivir sus formas.
Ese salirse del esquema del cuadro de caballete y plantarse con desenfado ante lo monumental con absoluta solvencia, denuncia una ampliación del punto de vista, un cortar las amarras del localismo y atreverse a mirar con óptica continental.
Los rincones abandonados de Clever Lara podrían encarnar imágenes de Macondo, testimoniar los “Cien Años de Soledad” de esta América del Sur donde late la vida y la esperanza. La obra de Clever Lara no es dramática sino serena, calma, luminosa, en la forma amorosa en que se detiene el artista para fijar los detalles más insignificantes.
Toda la coyuntura de cambio, de mutación, que estamos atravesando, no puede darse de mejor manera que a través de los contrastes de luz y sombra, del claroscuro que suaviza los perfiles de los objetos.
No es casual que este excepcional creador haya desembocado en un enfoque global, en la formulación de un arte americano ya que es un atento lector del eximio poeta y ensayista mejicano Octavio Paz, lucido interprete del alma americana.
Con la obra de Clever Lara la pintura recobra la estatura de gran arte.
Estudios y formación:
1964- Estudia dibujo y pintura en ETAP de Rivera (Uruguay).
1966- Hasta 1968, estudia con Edgardo Ribeiro
1973- Ingresa a la Facultad de Arquitectura de Montevideo (Uruguay).
1979- Es asistente de Expresión Gráfica en la Facultad de Arquitectura de Montevideo (Uruguay).
Exposiciones y premios:
1970- “Doce pintores uruguayos”, Asunción (Paraguay).
1970- Concurso de Dibujo IAVP, Galería del Notariado, Montevideo (Uruguay).
1973- 1er. Premio de dibujo IAVP, Montevideo (Uruguay)
1974- Mención de Dibujo, Losada, Montevideo (Uruguay)
1976- “Premio Miró” de Barcelona (España).
1976- II salón del Interior, Uruguay
1977- 4° Concurso de Artes Gráficas, Montevideo (Uruguay).
1980- “II Salón Municipal de Artes Plásticas de Rivera” (Uruguay)
1980- 1er. Salón Departamento de Artes Plásticas y Visuales de San José (Uruguay)
1980- 28° Salón Municipal de Artes Plásticas de Montevideo (Uruguay).
1980- 1er Premio de Pintura, 2° Salón Municipal de Artes Plásticas, Rivera (Uruguay).
1980- Premio Intendencia Municipal de San José (Uruguay).
1980- Premio adquisición, 44° Salón Nacional de Artes Plásticas y Visuales, Montevideo (Uruguay).
1981- Muestra Int. De Palmas de la Barra, Maldonado (Uruguay)
1981- 1er Premio Concurso Internacional de Pintura “Palmas de la Barra”, Maldonado (Uruguay).
1981- Premio adquisición, 45° Salón Nacional de Artes Plásticas y Visuales, Montevideo (Uruguay).
1981- Premio adquisición, 2° Salón Departamental de Artes Plásticas de San José (Uruguay).
1981- II Salón Nacional de Artes Plásticas de San José (Uruguay).
1981- XVI Bienal de San Pablo (Brasil).
1982- IV Bienal de la Joven Pintura MAAM (Uruguay).
1982-“Arte Contemporáneo en el Uruguay” Museo de Artes Plásticas de Montevideo (Uruguay).
1982- Exposición itinerante por museos de la República Federal de Alemania
1982- Gran Premio Intendencia Municipal de Maldonado (Uruguay).
1982- IV Bienal de la Joven Pintura MAAM (Uruguay).
1983- XVI Bienal de San Pablo (San Pablo, Brasil).
1983- Bicentenario del Nacimiento de Simón Bolívar (Mérida, Venezuela).
1984- Four from Uruguay (Nueva York, USA).
1984- Primera Bienal de La Habana (La Habana, Cuba).
1987- XLII Bienal de Venecia; Primera Bienal de Pintura (Cuenca, Ecuador).
1987- Recibe el 3er. Premio en la exposición Bicentenario del Nacimiento de Bolívar (Caracas, Venezuela).
1987- Gran Premio PANAM-VII Bienal Internacional de Pintura de Maldonado (Maldonado, Uruguay).
1988- Fue distinguido por la Fund for Artist Colonies (USA).
1989- Exposición individual en el Venezuelan Arts Center (New York, USA).
Asimismo realizó exposiciones individuales en: Paraguay, Chile, España, Alemania, USA, Israel, Rusia, etc.
2001- Recibió el Premio Figari (Montevideo, Uruguay).
Colecciones:
Museo de Arte Americano de Maldonado (Uruguay).
Museo de Arte Moderno de Asunción del Paraguay (Paraguay)
Museo Nacional de Artes Plásticas y Visuales de Montevideo (Uruguay).
Colecciones particulares de Uruguay, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, USA y Paraguay.
“Lara, un Naturalismo que importa”, por Eduardo Vernazza
El naturalismo en esta época tiene poca representación en su auténtica forma de interpretación. De allí que surjan pocas obras referentes a dicha tesitura.
Por otra parte, ha hecho eclosión el Hiperrealismo, un realismo que detalla insistentemente la riqueza de la forma, a la que llega a fundir en sus distintas faces de color y dibujo, quedando en un volumen total, reforzado por la sensación táctil de carácter visual. Pero posee una manera tan netamente realista que quizás, y solo con talento, logra disipar aquellos contornos que no resumen una creación sobre los objetos.
Naturalmente que en cualquier escuela o evolución que se precie como tal, realizada dentro de lo afirmativo del movimiento en sus caracteres esenciales, tendrá siempre su valor y su simiente creativa. Pero nos referiremos al naturalismo que compone, que crea una visión, si no nueva, si en cambio sustancial en cuanto a interferir en la tendencia y mantener frente a ella una tesitura formal y sostenida plásticamente.
Su Naturalismo
Desde hace un tiempo apareció en el panorama nacional un pintor joven con poderosa encarnación naturalista.
La sugestión de su tema primero y la técnica y el hacer que consolidaron su presencia en el ambiente, lograron impactar con su motivación dedicada a interpretar “muñecas” rodeadas de fondos distintos, bajo un envoltura de sombras en las que el claroscuro aparecería dictando sus leyes y a la luz tenue envolvía los objetos pendientes de aquel objeto quieto, misterioso y despojado a veces, que es la muñeca.
La rara vida que imprimió en la fijeza de sus expresiones la manejó Lara durante una serie de cuadros donde encontró eco en ese premio que gano, “Del Este” 1982, expuesto en el Museo de Arte Americano de Maldonado.
Ejecución en Grande
Éstas telas de dimensiones amplias revelan no solo lo original del tema, sino una realización acorde con tal cualidad que aprendió el oficio con humildad, que a través de varias exposiciones demostró su capacidad para el retrato, el paisaje y la composición, emergió de todo ello con estos cuadros que quizá sorprendieron por la madurez técnica y por el espíritu rico en invención para amoldar el modelo y rodearlo, sin incursionar vagamente en otros ángulos menos factibles, de llegar a controlar la sensible aportación severa y no sentimental en la que podría haber caído .
Sus muñecas pueden llegar a ser humanas en su envoltorio de viejos trapos o en la medida certera y detallada de elementos con decoraciones primitivas o cauterizadas por signaturas precisas. O bien testimonian un abandono que llega a consustanciarse con viejos tachos de lo que saca el pintor buena parte de solida pintura, así como de magníficas tonalidades y efectos de luz.
Su Hacer es Firme
Plantea el cuadro y sabe dejarlo en el momento justo. Logra mantener el interés pictórico, cuando también se abstiene de concluir, dejando rebabas y retazos de color en “grisaille” trasparente o pincelando aspectos de volumen, conseguidos netamente con pocas y amplias trazas.
Efectos Visuales
Los efectos visuales objetivos permiten la ubicación temática. La anécdota no queda prendida a la motivación, sino que queda detrás del interpretativo don que el artista marca con un concepto singular de componer y de realizar.
Clever Lara: “Gran Premio del Este”, por Dardo Billotto (El País, 14 de febrero de 1982).
TALLER DE IMAGINERIA
No ha perdido la serenidad con tantos premios recibidos en casi dos años. Con sus 29 años, Clever Lara fue designado para representar al Uruguay en la XVI Bienal de San Pablo. Para el caso elaboró un tríptico, totalizando una obra pictórica de inusual dimensiones. Tras cumplir destacada actuación en tal evento internacional, Clever Lara fue invitado a participar en el “IV Premio del Este para la Joven Pintura”, en el Museo de Arte Americano de Maldonado. Entre 27 participantes, previamente seleccionados, obtuvo por unanimidad el “Gran Premio del Este”, Intendencia Municipal de Maldonado. En poco tiempo, su obra ha crecido, y así lo explicó a EL PAÍS DE LOS DOMINGOS.
Es obvio que sabe lo que hace y por qué lo hace. Y eso lo demuestra ni bien hilvana, una a una, cada frase hasta llegar al punto aclaratorio propuesto. Así es Clever Lara. Hasta se reconoce su obra porque a ella le ha impuesto un tema ineludible: muñecas o muñecos de trapo. Que rara vez muestran su rostro, y que aparecen solitarias o acompañadas, deterioradas y abandonadas entre escombros de fajas, lienzos y arpillera, como si fueran objetos que ahora viven un obligado ostracismo. Pero como en el tríptico que presento en la Bienal de San Pablo, esa imagen pictórica conmovedora es un pretexto para que Lara funda una doliente y lucida visión de un caos humano. Un caos de cosas tiradas que adquieren una voluntad de orden, cuando a través de un diagrama y puntas de medida, Clever Lara arma su cuadro y cuestiona los limites convencionales que lleva implícita toda obra pictórica.
En sus dos obras presentadas en el MAAM, ya sea en la acumulación de telas arrumbadas, o en la imagen “bequetiana” donde muñecas se esparcen en tachos de basura, el joven pintor uruguayo impone, otra vez, en esos contornos chorreados de oleos una voluntad de obra inconclusa que no es más que la afirmación de la eventualidad de toda obra de arte. De que la pintura, al fin, es nada más ni nada menos, que el vuelco interior de un hombre. Es decir: de un artista. Y Clever Lara, amén de las conquistas obtenidas, por su poderoso talento de pintor, reaviva y delega en sus manos el saludable y reconfortante estado del arte uruguayo. La fertilidad creadora de Clever Lar es un hecho notable.
Y con esa sencillez con que saben vestirse los grandes, comenzó a hablar de su último premio obtenido, hasta desmenuzar, detalle a detalle, como luego de asimilar una herencia de la gran pintura tradicional es posible convertirse con recursos personales, en un artista preocupado por el arte contemporáneo y las raíces que lo alimentan.
Yo nunca había participado en la Bienal de Maldonado y valoraba, y valoró, ahora el esfuerzo de promover a una generación joven de pintores. Y desde ese punto de vista creo que ha cumplido una labor cultural de importancia porque ha apoyado a pintores a través de la premiación, pero primero a través de la elección de los participantes, ya que de por sí, la selección ha sido establecida de acuerdo con los méritos plásticos que cada uno de los participantes ha tenido. Y creo que es a través de los cuatro eventos, que la “IV Bienal del Este para la Joven Pintura” corrobora una vez más la laudable importancia que tiene dentro del medio. No quisiera hablar de que en la Bienal de Maldonado hayan surgido revelaciones: el término revelación está ligado a las estrellas fugaces y la gente que ha obtenido permiso en anteriores eventos no han sido revelaciones sino una confirmación de que lo que hacían antes y después era y es importante. Me refiero al caso de Osvaldo Paz, Miguel Ángel Guerra, y Abel Rezzano, quienes obtuvieron antes los “Gran Premio del Este”, y que obviamente, sostienen una línea de rigor en nuestro medio pictórico tras las distinciones conquistadas. Pero me gustaría aclarar, además que el Museo de Arte de Maldonado, ha promovido y promueve una tarea cultural, con una visión positiva frente a las potencialidades juveniles del Arte Uruguayo. Y en ese sentido, participar es un estímulo de importancia posterior para la obra de un pintor. Y es muy laudable la iniciativa privada que ha sostenido Jorge Páez Vilaró, Director del MAAM, máxime si se tiene en cuenta que él es una persona que está vinculada a la pintura y que pertenece a una generación que esta más arriba que la de uno, y estimula a esa generación más reciente sin temor y con esperanza. Y creo que este criterio no es solo mío, sino compartido por todos los que han intervenido.
Después de la otra Bienal
El año pasado Clever Lara participó en la “XVI Bienal de San Pablo”. Tal experiencia le permite recordar:
Mi actividad no es reciente, aunque es ahora que he recibido los reconocimientos. Comencé a pintar desde el 66 y siempre lo hice con un continuo rigor. Es cierto que uno va madurando pero siempre he mantenido la misma actitud, pero la elección para participar en la “XVI Bienal de San Pablo”, no fue algo esperado por mí. No tenía ninguna expectativa en la designación. Preparé el envío y tenía una gran incógnita sobre como esa obra se iba a sostener frente a otras obras de creadores de otros países. En mi opinión pensé encontrar obras de más calidad en la Bienal de San Pablo. Pero fue muy importante enfrentarme con la obra del norteamericano Philip Guston. Quien me hizo pensar que sus obras de grandes trazos inseguros eran los balbuceos de un gigante. Por su gran fuerza contenida, en un lenguaje despojado de toda retórica. Después, presenciar la retrospectiva del pintor belga Paul Delvaux ya justificaría la Bienal. También algunas obras que componía el sector “Arte Incomún”, nacidas de una necesidad interior, más allá de toda especulación intelectual.
Cuando América sorprende
No se detiene en afirmar que ante el envío latinoamericano se llevó una sorpresa. Por eso Clever Lara admite:
Pero tuve una gran sorpresa con los envíos de Latinoamérica, que no pensé que tendrían un papel tan importante con respecto al arte de otros sectores del mundo, en especial, al arte europeo. Y puedo nombrar a la chilena Patricia Vargas, que expondrá en el MAAM este verano, y sobre todo a los venezolanos Ender Cepeda y Ángel Peña. Ellos parecen muy atados a su medio y a los lugares donde han nacido, y sin embargo, hacen pintura contemporánea. Y tal vez eso sea lo que más me haya gustado: responder a una problemática del arte contemporáneo, pero manteniendo sus raíces nacionales, o una imagen pictórica propia del medio donde nacieron, sin hacer un folklorismo. Y su envío fue muy singular: la imagen pictórica del os venezolanos tiene una peculiaridad que no podría jamás pertenecer a Europa y es allí donde se encuentra su autenticidad creadora.
Al preguntarle a Clever Lara sobre su participación en la “Bienal de San Pablo”, recuerda:
Mi obra tuvo una receptividad que no esperé. Y hasta mi envío ocupó notas en diarios de San Pablo y Argentina. Yo creo que un pintor no se debe mover por los premios. Pero quizá, el hecho de no haber excluido premios en la Bienal de San Pablo, haya contribuido que el nivel general haya sido más bajo que en anteriores eventos. Para ni no puede ser que el nivel de un evento internacional dependa de la premiación y de por sí, la Bienal tiene una importancia tal que está por encima del hecho circunstancial de que haya o no premios. Porque el premio en sí mismo no define la valía de un pintor, basta pensar en cuantos obtuvieron Van Gogh, Cezanne, dos de los creadores más importantes del Siglo XIX. En fin, volviendo a la Bienal de San Pablo, tuve ofrecimientos para exponer en el exterior. No solo en Argentina, Paraguay, Chile y Venezuela, sino en Estados Unidos por sugerencia de Henry T. Hopkins, Director del Museo de Arte de San Francisco quien se interesó por mi obra. Pero mi pintura porque es figurativa ha sido calificada de naturalista por algunos pintores de mi medio, que en cierto sentido es algo peyorativo o despectivo. Obviamente, mi pintura no es naturalista, desde el punto de vista de evocación de realidad con un sentido nostálgico por un verismo. Tampoco está atada a un academicismo. Basta saber un poco de pintura para reconocer que mi obra no tiene nada que ver con Blanes, por ejemplo.
El repertorio de este siglo
Al analizar el carácter de su obra, Clever Lara, indica:
Mi obra incluye un lenguaje que tiene una imagen “tradicional” y diagramas y signos que corresponden a un repertorio de este siglo. Porque se ven flechas, punteados y diagramas en la pintura de todo el mundo. Aunque es muy comprobable que números y letras aparecen desde el renacimiento. Lo que puede ser propio, personal, es la conjunción de esos elementos. Una vez Ortega y Gasset dijo que lo que hace un creador en realidad es darle un toque personal a su obra; es hacer la “toilette” al tema estético, que fue pensado antes que él por otros.
Y el peculiar de uno es que eso haya respondido a una motivación interior y no meramente a una información intelectual que condujera aun a adopción mecánica. Mi actitud responde a mi formación y a un proceso de asimilación de cosas que no las hago porque sí, ni por moda. Ni porque estén en onda. Lo hago porque estoy convencido de lo que estoy haciendo. La crítica obviamente es admisible, si se hace dentro del terreno de la pintura y respetando las motivaciones de los otros. Yo no quiero “modernizar” la imagen tradicional con la superposición o el agregado de signos o líneas.
Primero: no tengo por qué modernizar mi imagen, porque no le temo a una imagen tradicional y tampoco creo que pintar una pintura tradicional sea ningún pecado. Al contrario: me enorgullezco de que mi pintura tenga antecedentes, y muchísimos, en la pintura tradicional. Por lo tanto, yo no quiero pasar por “moderno”, así, entre comillas. Lo que yo hago es una reflexión sobre la relatividad de las convenciones con que se arma una imagen tradicional. Y esa es mi motivación plástica. Y de ahí es que haga coexistir en mis cuadros la imagen figurativa, con el proceso de estructuración del cuadro, a través de las líneas de composición principales, con el agregado de ciertas medidas o líneas de acotamiento, que son una reflexión sobre la propia imagen. Y eso no obedece de ninguna manera al deseo de modernizar una imagen tradicional.
Un pintor es hijo de muchos pintores
Es entonces que Clever Lara agrega:
Lo propio es todo ese montón de cosas que constituyen el mundo cultural de cualquier pintor. Yo hice una interiorización de elementos gráficos y pictóricos y mi imagen responde a un proceso de asimilación de esos elementos. Mi pintura no nace por información erudita, sino que nace por vivencias existenciales que constituyen ese mundo de imágenes. Y esas vivencias han sido volcadas, pictóricamente a través de un lenguaje plástico que, por supuesto, yo no inventé sino que asimilé e integré. De la conjunción de vivencias pictóricas, formación e información nace la obra. Y la conjunción de vivencias e información cultural es lo que he dado a mi imagen pictórica. No me creo enteramente original, además, nadie lo es. Quien crea ser un producto de la nada, como paracaidista caído del cielo, será una persona más dudosa como realidad histórica, que aquella que ha seguido su proceso de creación. Es que todo pintor no nace de un pintor, sino de muchos pintores, y siempre ha sido así. El querer negarlo o disfrazarlo es un error historio o ético.
Las reconocibles influencias
Cuando se le pregunta cuáles influencias ha recibido, responde:
Hace dos años, mucho antes de ir a la “Bienal de San Pablo”, cuando expuse en “Artea”, en una nota mencioné las influencias que tenía. Mi formación me ha permitido tener contacto con el Taller Torres García, a través de Ribeiro, un discípulo suyo, y a través de la disciplina de la observación de los objetos reales, obtuve el oficio que me permitió hacer la transposición pictórica de esa realidad y no haciendo naturalismo. No tengo ninguna nostalgia por el verismo Ottoccentista, ni por el naturalismo, ni por el realismo. No tomo mi pintura para refugiarme en esas cosas: trato de dar un lenguaje que corresponda a mi época, a mi tiempo. Me importa que yo sienta esa imagen de los objetos y creo que es útil a mi pintura. Por eso, el oficio que me dio el taller me permite hacerlo, y yo eso lo tengo que reconocer. Y eso me ha permitido observar a pintores como Velázquez o Goya, y esa tradición cultural está allí. Yo admiro mucho en el pasado a Rembrandt quien me parece de los más grandes pintores, y creo que no es un pecado decirlo en pleno Siglo XX. Lo malo sería pintar como Rembrandt y yo creo que no lo hago, ni pretendo hacerlo, y en el siglo XX, en nuestro país, tengo gran admiración por Carlos Federico Sáez porque me parece un talento único en nuestra pintura. Y por supuesto Torres García, cuya influencia está en su pintura tonal, en la importancia de la geometría, del ritmo, de la proporción. Y la conjunción de todas esas cosas ha dado la idea de hacer coexistir una imagen figurativa con signos superpuestos, como lo han hecho los pintores “pop” norteamericanos desde Rauchemberg a Larry Rivers o Jaspers Jones. Y me ha interesado del movimiento “pop” como hace coexistir una imagen figurativa, que a veces no es necesariamente pintada, sino por collage o la fotografía, con una diagramación superpuesta a ella. También hace ese tipo de trabajo el yugoeslavo Velicovik, quien conozco y admiro. No niego la influencia de esos pintores. Mi mundo de muñecos, de trapos, de fajas, es propio de mi pintura y no tiene absolutamente nada que ver con ellos. A mí me impresionan los objetos cubiertos, tapados, tirados o depositados. Es una imagen que me impresiona y que fue creciendo, moldeándose y dándose en mí. Y esa imagen es mía. Y para saberlo es necesario saber ver un poco de pintura, y tener un poco de buena intención. Son dos cosas que tiene que haber en el juicio de una persona: por un lado conocimiento; por el otro lado honestidad. Porque el conocimiento es el que funda el juicio: la honestidad es la que está dirigida a la verdad del juicio y ambas cosas tienen que estar siempre juntas. Si falla una, el juicio no es válido.
El cambio deber ser natural
Con respecto a su quehacer pictórico, Clever Lara analiza:
Mi imagen pictórica ha sido cambiando ya que no es la misma de siempre, aunque tampoco me enloquezco por cambiar la cosas, porque cada cuadro no tiene la obligación de ser totalmente distinto del otro. Eso correspondería a una dudosa estética del cambio. No. No. Las cosas tienen que ir cambiando de adentro hacia afuera. Me molestaría tanto repetirme, como cambiar a la fuerza. Ambas cosas me molestan. La repetición porque conduce a un hacer vacío, como el cambio forzado que conduce a lo mismo. Porque sería el cambio de la cáscara. No del contenido.
Clever Lara y sus “Muñecas”, por Eduardo Vernazza (El Día 15 de febrero de 1981).
“La figuración que manejo no nace de la nostalgia…”
Descubrir el motivo que se avenga a la característica del pintor, es fundamental para resaltar sus virtudes. Porque siempre alguna temática se conlleva con artistas más efectivas que otras y la inclinación hacia determinados géneros y modelos gravitan en la obra de acuerdo a la expresión.
La sugerencia por lo demás atrae por la misma fuerza y vitalidad que entra a ser patrimonio elocuente del artista, al tener en sus manos la savia modelada de determinada motivación.
De allí que muchos pintores en la historia del arte surgieran tratando un motivo por una y otras razones invadieron su emotiva sensibilidad.
Casos como el de Figari por ejemplo, radican una constante que tiene no solo la riqueza colorista, sino la del tema que en una especie de secuencia se convierte en más de tres mil cuadros que recuerdan épocas del pasado Colonial, con una pintoresca y cálida sensación de movimiento y vida.
Así después de tentar otros temas, entre ellos el retrato, Clever Lara, un pintor joven, sorprendió con su serie de las “muñecas”. Solo muñecas en sus telas. Algunas de ellas de gran dimensión.
Con esa vida quieta y sorprendida, con sus formas redondas y sus rulos de lana son desde algún tiempo, sus modelos que entretiene en sus fondos la virtud de los reflejos y los tonos apagados, para dejar el perfil de la luz correr dibujando los contornos.
El hecho pintura se produce por aplicación del contenido en una paleta de armónica compuesta de colores atonados. Lo demás lo hace la expresiva figuración que denota Lara al interpretar los distintos aspectos que transforman a sus muñecas en imantados elementos que detienen al observador.
Después de un paréntesis de tres años he vuelto a pintar con dedicación total, dice Clever Lara. Estaba dedicado al Taller de Dibujo y Pintura, en la enseñanza. Para transmitir una actitud de permanente cuestionamiento, investigación y honestidad intelectual, anteponiendo la autenticidad a la originalidad. Creo que es un principio.
¿En qué está, relativo a concepto y técnica?
Lo que estoy haciendo reúne mis preocupaciones plásticas de estos años. El espacio con una cierta ambivalencia entre tridimensional y plano…la búsqueda de tensiones visuales…y por otro lado mis propias experiencias viales. Un hijo de dos años me ha hecho mirar con ojos nuevos muchas cosas.
Respecto al arte contemporáneo ¿qué significa para Ud.?
Me interesan los vaivenes del arte contemporáneo, sus concreciones y sus postulados teóricos, porque me preocupa la educación de un lenguaje con su época. Es evidente que las propuestas que se han hecho no son todas ellas especulaciones gratuitas. Y muchas responden al natural devenir de las artes.
¿Cambia para Ud. el arte?
El arte como lenguaje evolucionado o si se prefiere simplemente cambia. Hoy no solo no nos expresamos como en el siglo pasado (me refiero al lenguaje oral y escrito), sino que como es obvio, queremos decir cosas diferentes porque nuestra situación es distinta y nos preocupan diferentes cosas.
Ni siquiera son aplicables los mismos metros y esquemas del arte del pasado para juzgar las obras del arte del presente ya que ellas se auto proponen con reglas de juego totalmente antagónicas.
Su pintura es figurativa, sobre todo sus últimas obras.
Sí, mi pintura es figurativa. Sé que con eso no aclaro mucho sobre su naturaleza. Hubo movimientos figurativos que presentan diferencias sustanciales entre sí. La calificación de figurativo además trae a consideración, falsos dilemas como abstracción – figuración, y a un arte pre conceptual. No me muevo dentro de esos dilemas… Podría decir como Kooning “…no me preocupa saber en qué genero de silla estoy sentado. Ni siguiera es preciso que sea cómoda”.
¿Y cómo define su figuración entonces?
De una cosa estoy seguro: la figuración que manejo no nace de una nostalgia por el verismo ochecentista. Tampoco busco el hedonismo pictórico. Trato de fijar la situación de algunos objetos juguetes (muñecas) y hacerlos “durar” en su inmovilidad.
¿Tuvo algún antecedente que despertara en Ud. esta nueva visión de las “muñecas?
El impacto que me produjo la pintura del yugoeslavo Velickovic en la Bienal de San Pablo en 1977. Experimente una sensación de espacio que era a la vez estático y dinámico, clausurado y abierto… Lo que hago no busca el dinamismo que animaba aquellas obras, pero no puedo negar que esas imágenes fueron un desencadénate para lo que después hice.
¿Qué pintores retienen su interés?
He observado con atención los norteamericanos del poco Rauuschenberg, Johns, Oldenburg, así como también los postulados teóricos de los conceptuales Kosuth, Beuys, y Lewitt. En España los integrantes del grupo “El Paso”, Millares, Saura, y especialmente Canogar, a quien considero un maestro.
¿Y más cerca nuestro?
Podría ser en Buenos Aires, los integrantes del “Grupo Cayc”, en base a la teoría de sistemas de Jorge Glisberg.
Elogios para un Uruguayo en Bienal de San Pablo 1981, por D. Billotto
Pero lo sorprendente del “Bienal de San Pablo‘81”, ha sido la muestra de los latinoamericanos.
Uno de los puntos más destacados fue el Tríptico que presento el uruguayo Clever Lara, que partiendo de una concepción tradicional de la pintura, propone en sus 6 metros por 2, toda la preocupación que un verdadero artista contemporáneo puede plantearse en un óleo y un lienzo, para desentrañar que toda obra de arte vale, se programa y queda limitada, en los contornos del espacio que ha elegido.
Su obra fue elogiada por todas las delegaciones participantes: Es un “Guernica” latinoamericano, se animó a decir el Curador de la Representación Belga.
Henry T. Hopkins, Director del Museo de Arte Moderno de San Francisco, se interesó por la obra del notable pintor uruguayo de 28 años, y quizás de la admiración surja una posterior muestra de Clever Lara en los Estados Unidos.
También Venezuela y Chile ya han hecho gestiones para llevar hasta sus respectivos países su poderosa, gravitante y conmocionada obra pictórica.
A Clever Lara le sigue muy de cerca el mural “Sociedad de Consumo”, de 11 metros por 3,50 de alto que elaboró con inusitado vigor el uruguayo Alfredo Testoni, otro ilustre representante de Uruguay.
Clever Lara por Roberto de Espada, referido a Bienal de San Pablo 1981
Los tres grandes paneles de Clever Lara muestran a un pintor poderosamente maduro para sus años., de excelentes y refinadas resoluciones pictóricas; de atractiva y estimulante temática, de arrojo y provocatividad evidentes, todo apoyado por la recatada e íntima conciencia de un pintor que sabe lo que hace, lo que busca, lo que quiere, según acertadas palabras del Comisario Páez, en la obra de Clever Lara se conjugan todas las instancias y todas las preocupaciones del arte contemporáneo (lo estrictamente pictural, lo conceptual, lo subjetivo, etc.) y además se reivindica la figura.
Es cierto. Pero más valioso me resulta la serena y continua evolución del trabajo meditado e inteligente, la no renuncia a lo aprendido en vertientes torresgarcianas, la alerta de Clever Lara para reconocer con honestidad lo bueno allí donde este.
En Clever Lara hay sorpresa para rato.
“En casa de muñecas”, por Dardo Billotto (Diario El País, 13 de setiembre de 1981).
No se apabulla con tantos premios recibidos en algo más de un año. A lo sumo se sorprende. Pero si faltaba algo para reconocer que es un artista rotundo, semanas atrás recibió una inédita distinción: con sus 28 años, Clever Lara fue designado para representar al Uruguay en la próxima Bienal de San Pablo. Para el caso elaboró un tríptico, totalizando una obra pictórica de inusual dimensión. Mientras conduce su Taller de Dibujo y Pintura, junto al excelente Carlos Caffera, en Maldonado 1625, Clever Lara se apresta a participar en un evento internacional al cual solo llegan los plásticos uruguayos consagrados. Fue por eso que antes de tal acontecimiento, El País de los Domingos vio la obra que participará en San Pablo, y de paso extrajo del joven artista algunas apreciaciones dignas de leer y releer.
¿Desde cuándo se dedica a la pintura?
Desde el 64, cuanto tenía 12 años, en Rivera, donde comencé a estudiar dibujo y pintura. Pero en realidad me dedique a la pintura en el 66, cuando estudie con Edgardo Ribeiro en Montevideo.
¿Cuándo efectuó su primera exposición?
Fue en el 70. En el 73 gané el Primer Premio de Dibujo Nacional, en Montevideo, en el IAVP. Fue en el año siguiente, en el 74, donde obtuve una Mención de Dibujo, en Losada. Pero nunca deje de pintar, aunque me presenté en algunas exposiciones. Desde el 76, yo seguí trabajando pero no exponía, ni enviaba a salones, ni tenía contactos con galerías, porque con galerías comerciales yo nunca había trabajado.
No obstante desde el 80, usted ha obtenido premios como ningún otro plástico uruguayo. ¿A qué atribuye tal reconocimiento?
En el 80 trabajé mucho. Un amigo me hablo de exponer, cosa que nunca había previsto, y expuse en Galería Artea. Y, entre medio, me presente a varios salones: así obtuve el Primer Premio en el Salón Municipal de Rivera; el Premio Intendencia en el Salón Departamental de Artes Plásticas de San José; el Premio Adquisición en el Salón Departamental de Artes Plásticas de San José; el Premio Adquisición en el Salón Nacional de Artes Plásticas y Visuales y, en el verano del 81, envié una obra a un Salón Internacional de Pintura, en Punta del Este, donde saqué el Primer Premio. Fue toda una seguidilla aunque yo siempre estuve bastante aislado, aparte de mi ámbito personal, de todo tipo de actividad de esa naturaleza y hasta de la propia vida cultural de Montevideo. Por eso me extraña la designación de ahora de representar a Uruguay en la Bienal de San Pablo.
No solo de muñecas se trata
Así es Clever Lara. Es obvio que sabe lo que hace y porque lo hace, y eso lo demuestra ni bien hilvana una a una cada frase, hasta llegar al punto aclaratorio que se ha propuesto. Hasta ahora se reconoce su obra porque a ella le ha impuesto un tema ineludible: muñecas y muñecas, pero muñecas de trapo que rara vez muestran su rostro, y que aparecen solitarias o acompañadas, escondidas o tiradas entre escombros de una buhardilla, como si fueran objetos alguna vez queridos, pero que ahora viven el claustro del olvido. Un vuelco nostálgico se abre al pasado y también una mirada compasiva ante esos juguetes deteriorados que alguna vez tuvieron vigencia. Pero lo peculiar de Clever Lara no solo es ese tema que ha adoptado como pretexto plástico, en grandes espacios planos hay incorporado un sistema geométrico que acumula luces y sombras, y surca cada tela por líneas horizontales o verticales que fragmentan cada cuadro. Así, en su tríptico de grandes dimensiones, de 2 metros por 2 cada uno, que ha enviado a la Bienal de San Pablo, muestra a la misma muñeca en posiciones diferentes: en una está sentada y casi escondida; en otra esta más inclinada y casi cubierta por una arpillera y por telas en desuso; y en la tercera imagen ya aparece definitivamente, sepultada por objetos y materiales, y densas capas de polvo. Pero lo notable de su óptica plástica es que Lara en cada uno de esos tres cuadros ha impuesto bordes chorreados de óleo en sus contornos, con una voluntad de obra inconclusa, que no es sino una afirmación a la eventualidad de toda obra de arte; de que una pintura al fin, es nada más, ni nada menos, que una pintura. Esa dimensión profunda que Clever Lara le confiere a su obra lo convierte en un artista que, más allá de la creencia de su arte cuestiona los límites que establece toda obra pictórica. Allí está su hondo contenido y su real grandeza de pintor.
No obstante, aparte de esa seriedad encarada y de los premios ya recibidos, vuelve a anotar:
Yo menciono los premios porque así sucedieron, pero para mí tienen un valor relativo. Reconozco sí, que me fueron impulsando, pero en mí no han influido en nada. Yo no cambie un ápice ni antes ni ahora. Si no hubiera obtenido ningún premio estaría pintando lo mismo. Es cierto: los premios lo obligan a uno a tener continuidad y sobre todo a ejercer un compromiso ante cada obra, aunque con la pintura yo siempre tuve ese compromiso. Siempre que hice una obra trate de hacerla lo mejor posible, independiente de su destino.
Seres que por olvido ya no tienen vida
En su trayectoria, que es notoriamente reciente, se le reconoce como el pintor de las muñecas. ¿Qué puede decir de esa temática que ha elegido?
El hecho de que aparezcan muñecas es circunstancial, aunque es algo deliberado en mí que yo pintara muñecas. Pero no quisiera que se me identificara como pintor por el tema que elegí ahora en mis obras. Creo que más importante que las muñecas es el espacio plástico que trato de estudiar y el clima, y las muñecas por supuesto contribuyen a crearlo. Pero también son importantes otros elementos: los objetos deteriorados; los fondos. Con respecto a las muñecas admito que se introducen por haber observado durante tanto tiempo los juguetes de mi hijo. Quizás provenga ese recuerdo de mi niñez. ¡No sé! Pero la observación de esas muñecas, fueron revividas por los juegos de mi hijo. Y eso me hizo llamar la atención y mirar otra vez objetos olvidados. Creo que un muñeco, sobre todo los de trapo, tiene una sugerencia de ser algo inanimado y en cierta forma, evocar la no vida. También encontré que ese tema cumplía el afán de mostrar los convencionalismos que da la representación tridimensional. También encuentro que por esquemas geométricos, por medida del cuadro, funciona algo de contraste de desorden por objetos, como pueden ser las líneas que impongo, y trato de medir y ordenar ese aparente desorden. Es como hacer un juego ¿no? Creo que la imagen es estática, y esa inmovilidad de los objetos quietos, de estar como detenidos en el tiempo, me ha llegado mucho, porque parecen objetos olvidados y que el tiempo ha pasado por allí. Eso es lo que siento y trato de transmitirlo. Y las muñecas me sirvieron como punto de partida. Se creó ese mundo en el cual me siento muy cómodo, aunque veo que tampoco soy esclavo de esa imagen. Las muñecas están ahora, pero pueden variar.
Lo viviente y lo original de la Bienal
¿Cómo recibió la propuesta de representar a Uruguay en la Bienal de San Pablo? ¿Esperaba tal designación?
La designación coincidió con el deseo de pintar, porque no hice concesiones con el tiempo para terminar las obras que presentaré en la Bienal. Me llevé el tiempo necesario para hacerlas. No creí que fuera designado para participar. No porque no crea en lo que hago. Todo lo contrario. Tengo confianza frente a lo que hago. Pero frente a los hechos tengo ubicación como se dan, y vinieron sin que yo tuviera para nada expectativa. Ni siquiera conocimiento. Vino la noticia que integraría el envío de la Bienal y para mí fue una sorpresa total. Porque ni siquiera conozco a grupos, lo cual me sorprendió. Y después, al saberlo, le di una importancia más grande. En cuanto a la Bienal de San Pablo, ahora me dicen que está respondiendo a intereses de galerías que están en decadencia, lo cual puede ser verdad en algunos casos. Pero en mi caso obviamente, eso no existe. Aunque de pronto la realidad se puede dar. Yo estuve en otras bienales como observador y reconozco que tienen una trascendencia innegable. Hay tendencias diversas: están las experimentales, que son propuestas que están en curso, que no exponen resultados culturales, sino que exponen procesos que van a un desarrollo posterior. Hay cosas que no tienen un gran valor fermental y otras que tienen un desarrollo que quedan por el camino, pero que tienen la virtud de ser un salto en el vacío. Y hay otras que van por un camino seguro. Pero ese afán de encontrar algo nuevo puede tener la desventaja de una búsqueda de originalidad que queda en el vacío, y que es la originalidad por la originalidad misma. Aunque otras búsquedas pueden tener el valor de lo fermental, de la vivo.
En el camino de una cierta verdad
¿Qué camino ha iniciado su obra? ¿Cómo concibe su obra pictórica y cuáles son las exigencias que le ha impuesto a ella?
Yo creo no solo en la obra de uno mismo, sino que en el camino de la enseñanza hay que transmitir una actitud a una persona que va a encarar una tarea como es ésta: es la búsqueda de la autenticidad con uno mismo. El respeto por uno mismo no quiere decir encerrarse en uno mismo y no observar al mundo circundante, no informarse, no ver lo que sucede alrededor. O sea: esa autenticidad no quiere decir encierro. Pero es el valor al cual uno debe propender y no diferenciarse de los demás en la búsqueda de la originalidad, que puede conducir a una búsqueda vacua. Porque, en definitiva, en nosotros está no ser diferentes, sino auténticos. La palabra auténtico es muy difícil de evaluar en su contenido real. Pero ¿cómo se diferencia algo inauténtico de algo que no lo es? Hay muy buenos observadores. Por ejemplo: un pintor que miente se detecta como una persona cuando miente hablando. Y una pintura mentirosa se puede detectar. Una persona cambia cada cinco minutos de dirección y de contenido, no responde a un proceso. Responde más bien a “cazar moscas” en el aire. No responde a un camino, a un recorrido. Por eso, cuando uno mira solo para afuera y no mira para adentro, se corre ese riesgo. Se corre ese riesgo de respetar solo lo que viene de afuera y no lo que hay dentro de uno. Yo no quiero decir con esto que uno deba aferrarse a uno mismo, sino, en cierto modo, asimilar, incorporar las informaciones y los estímulos exteriores y decantarlos, y luego volcarlos en una obra. Porque es obvio que las cosas nos influyen. Eso es evidente: uno se siente cerca del tiempo que vive y no del tiempo ya pasado. Entonces no puede entenderse cuando hay una pérdida de contenidos o sea, una búsqueda que no responde a contenidos.
¿Es allí donde usted encuentra la mentira en el arte, la mentira en la pintura?
Sí. Porque hay que diferenciar la autenticidad de un proceso con el mimetismo. Porque una persona que se mimetiza con todas las cosas que ve, no puede entenderse que sea una persona muy sensible y avanzada. Más bien es tan débil que todas las cosas le hacen cambiar de parecer. No tiene ni siquiera una posición tomada frente a las cosas. Yo creo que en nuestra pequeña perspectiva tenemos alguna posición frente a las cosas. Que las vayamos cambiando no lo niego: pueden cambiar. Pero pueden ir cambiando con el tiempo. Obviamente, no se puede uno desdecir, sino ir cambiando; y eso es una cuestión de grados. Por ejemplo yo valoro más a una persona que está convencida de una cosa, aunque yo la considere equivocada, que aquella que pretende o dice tener una mentalidad abierta y que, en definitiva, no cree en nada, que no tiene ninguna posición y que como un camaleón se asimila a cada momento y se asimila a otra posición diferente. Aunque evidentemente, uno puede cambiar porque se ha dado cuenta de que está equivocado.
Lo verde, verde es
¿Eso es lo que plantea en su pintura?
En mi pintura digo la pequeña verdad y lo digo porque lo creo. No es que yo tenga la verdad, digo lo que yo creo. Hay mucha obra que dice que no es auténtica porque uno nota que la afirmación que es esa obra no responde a un conocimiento, ni responde a una maduración. Es entonces que esa obra surge verde, y ni siquiera son válidas las motivaciones que generaron tal o cual corriente pictórica. Pero a veces, lamentablemente, se aplauden esas cosas. Se confunde eso con una mentalidad abierta y despierta a los cambios. En fin, esa mentalidad es peligrosa porque no es abierta.
¿Entonces usted prefiere a una persona que va por un camino ya hecho?
Yo prefiero a la persona que va lentamente pero con un camino hecho, a aquella persona que va volando y sobrevolando sobre cosas, y que no hace ningún camino. Y en este caso, ya que soy estudiante de arquitectura, me gustaría poner como ejemplo al arquitecto uruguayo Julio Vilamajó. Él no era un arquitecto de vanguardia, aunque en el Uruguay había “arquitectura de vanguardia”, así entre comillas, mucho más vanguardista que la de él. Pero Vilamajó iba lentamente avanzando, comprendiendo y profundizando a tal punto, que su obra con el tiempo fue incorporada a la arquitectura moderna mucho más que aquella que se anteponía a la suya en su primera época. Porque el tránsito de Vilamajó en la búsqueda de ese lenguaje arquitectónico, ahondado, desembocó luego en hallazgos reales que se puede decir son de los pocos que tiene la arquitectura de Uruguay. Fue por eso que cuando “Le Corbusier” vino al Uruguay dijo: “Vilamajó es un maestro de la arquitectura uruguaya”. Es que Vilamajó no hizo un camino para estar “a la page”, sino para profundizar un lenguaje. No le importaba estar atrás o adelante. Le importaba si, estar en su momento y responder a ese momento. Pero en el proceso de la prosecución de ese lenguaje no le importaba incorporar lenguajes totalmente ajenos sin comprenderlos. Y así llegó a lo auténtico. Su camino fue, realmente, una búsqueda.
¿Cómo define a su pintura? ¿Cómo define el proceso que vive su pintura?
Mi pintura no la considero nada fuera de lo común. Mi pintura responde a mis posibilidades, a mi formación. Pero, por supuesto, tiene un valor relativo. Yo sé que no está en la última vanguardia, ni mucho menos. Pero forma parte de un momento en el proceso creador. Yo no dejo de reconocer todo lo que está pasando a mi alrededor, pero yo doy esto en este momento, ¿no? Si hiciera otra cosa seria inauténtico, porque no lo siento. Hago lo que siento y creo que sea esa la verdad que hay en mi pintura.
“Complejidad creativa en la obra de Clever Lara” por Alicia Haber, Diario El País.
Con una saludable falta de rigidez protocolar y en medio del tradicional clima festivo que sabe imprimir el director del MAAM, Jorge Páez Vilaró fue inaugurado el IV Premio de Pintura Joven donde se evaluó la obra de 26 pintores uruguayos.
El Gran Premio Intendencia Municipal de Maldonado correspondió a Clever Lara, pintor, dibujante y estudiante de arquitectura oriundo de Rivera.
Las obras que presento se encuentran dentro de un lineamiento que ya se pudo observar este año en sus envíos al Salón Nacional y a la Bienal de San Pablo. En ella se aprecia un anclaje en la tradición icónica, es decir de la imagen, y una adherencia al lenguaje naturalista que puede irritar, como el mismo Lara lo señala, a quienes están aún en la perimida polémica “abstracción versus figuración”.
Desde fines de la década del 70 se ha producido internacionalmente, un curioso renacimiento de la figuración naturalista, corriente que fue muy combatida por las vanguardias modernas. Como respaldo histórico de esa postura se han realizado numerosas retrospectivas de arte realista en importantes museos europeos y estadounidenses.
Lara sin embargo, no parece responder por reflejo a esta nueva vuelta de tuerca del arte contemporáneo, pues su adherencia a la figuración naturalista obedece a sus vivencias personales y a su búsqueda de un lenguaje que está en estrecha relación con las inquietudes del medio en que vive. Este pintor rechaza las modas artísticas y siempre se ha mantenido al margen de la vanguardia por la vanguardia misma, liberándose de lo que Umberto Eco, refiriéndose a ciertos artistas latinoamericanos califica como “la sensación neurótica de ser dependiente”, es decir esa lucha constante por estar “al día” con lo que pasa en las metrópolis.
Por otra parte, Lara no es un naturalista en el sentido clásico del termino y su filiación con las corrientes realistas actuales es por lo tanto bastante laxa. En sus cuadro se contraponen zonas en las que se observa una suntuosidad de ejecución muy realista (muñecas, lienzos, latas, desechos, son representados según un código de verosimilitud naturalista con fondo libres, dinámicos, abiertos, en los que se sobreponen líneas de construcción, andamiajes, perspectivos, números y letras que las alejan del naturalismo tradicional.
Lara, superpone elementos aparentemente contradictorios y une lenguajes heteróclitos. En lugar de la unidad obvia prefiere la complejidad creativa y está en una postura inclusivista que tal vez no esté lejana de los esfuerzos de los discutidos y discutibles arquitectos post modernistas, a los que confiesa leer con fruición, y le atrae, parafraseando a Venturini el “todo difícil” y las “complejidades y contradicciones”.
El empleo de elementos de diagramación, como él mismo se preocupa en señalar, proviene de su fascinación con el mundo del diseño y de sus estudios de expresión gráfica. Creemos que también obedecen a una postura analítica muy característica del arte contemporáneo: mediante líneas y andamiajes perspectivos, Lara acentúa la diferencia entre la realidad y la captación pictórica de esa realidad. Comunica así al espectador la concepción de que todo arte, como dice Gombrich, es arte conceptual, pues no copia la realidad sino que emplea un vocabulario pictórico para trasmitir en forma artística el mundo visible: Lara se esfuerza en señalar la autonomía estructural del lenguaje pictórico y en sus obras hay a la vez naturalismo y distanciamiento frente al naturalismo.
Desde el punto de vista temático, se ve atraído por los objetos olvidados: viejas muñecas, latones, pedazos de alambre, arpillera. Le fascina el mundo de los objetos estáticos, inmóviles que ya nadie toca y que yacen en rincones intransitados cubiertos por el polvo que el tiempo deposita. La paleta baja que emplea, lejana herencia torregarciana, corresponde a ese mundo de cosas olvidadas y en ese sentido forma y contenido están en acertada concordancia.
Dueño de un admirable oficio y un interesante bagaje conceptual, se proyecta hoy como una de las figuras jóvenes más interesantes del medio plástico uruguayo.