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Pérez Molinari, Leonel
Nació en Fray Bentos (Rio Negro, Uruguay) el 2 de enero de 1927.
Leonel Pérez Molinari, o "Molinari" a secas, como firmaba sus obras, debe ser considerado, con justicia, el último pintor de nuestros espectáculos de Carnaval.
Ya de adolescente empezó a trabajar en el Frigorífico Anglo y en diferentes establecimientos rurales de la zona. Viajó por el norte argentino y el Brasil, llegando hasta el Amazonas. No era un turista común; antes bien, lo movía un profundo sentido americanista, deseoso de conocer gentes y lugares, adentrarse en las costumbres y tradiciones de nuestra América.
Siempre se vanagloriaba de sus ancestros charrúas, que llevaba con orgullo en su aspecto y su bigote, partido al medio. Visitó Tiahuanaco y en otro viaje llegó hasta el Cuzco y Machu Picchu, en el corazón de los Andes. En 1950 empezó a tomar clases de pintura con el pintor Luis A. Solari, Leonel fue el primer alumno de Solari y como tal el predilecto, haciendo paisajes y retratos. Por encargo incursionó en temas históricos, pintando un cuadro sobre Leandro Gómez y la caída de Paysandú.
En 1969 empezó a sentir su arte vacío, sin comunicación con el público. La serie sobre los triperos, (trabajadores de la industria frigorífica) marcó su encuentro con el tema popular.
Comienzo de su etapa más creativa:
En 1976 empezó a pintar espectáculos populares, ferias, multitudes, cafetines con poca luz, bailarines de tango, etc. Gran emoción al asistir a Las Llamadas. Empezó a pintar espectáculos de carnaval, como murgas, comparsas, candombes, etc. Leonel se dedicó a estudiar los orígenes del baile negro y a pintar escenas de carnaval, murgas, labiados, etc. "Molinari" estaba como obsesionado por el tema, volviendo a él con insistencia monotemática.
Figari pintó la decadencia de los candombes, allá por 1880, sobre la base de sus recuerdos de infancia, cuando trepaba al patio trasero de los conventillos para "bichar" los bailes de los negros viejos. Leonel, en cambio, estaba interesado en el primitivo candombe, aquel que se bailaba en el Montevideo colonial, a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. El que se bailaba en el paseo del Recinto o afuera de las murallas, contra la costa sur. El de la Fiesta de Reyes, que se celebraba con gran boato todos los 6 de Enero, en honor de San Baltasar (el santo negro) y luego se hacia la pintoresca visita a las autoridades coloniales, intercambiando regalos y salutaciones. Esas sí que eran "fiestas", eran más auténticas, tenían otra fuerza porque las reminiscencias africanas estaban "vivas" todavía. Fruto de todos aquellos estudios y obsesiones, "Molinari" nos dejó una serie de cuadros memorables, donde se reproducen las viejas tradiciones. Entre ellos podemos mencionar; "Fiestas de San Baltasar", "Cortejos", "Cuplés y rueda", "Entrevero", "Ombligada", "Noche de llamadas", etc.
Un último detalle, tal vez el más interesante y revelador de su personalidad de prolijo reconstructor historicista. Al dorso de cada cuadro, explicaba en forma manuscrita el significado de la escena que había pintado, con mención de la fuente bibliográfica utilizada. Eso da más valor a sus cuadros, era una prueba de la seriedad de su investigación y su respeto por la verdad. Podemos decir, por tal motivo, que hacía pintura "testimonial".
En 1987 regresó a Montevideo, dando apertura a su Taller de Enseñanza.
Falleció en Montevideo (Uruguay), el 28 de enero de 1989