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Curto, Sergio
Pintor nacido en Véneto (Italia) el 20 de julio de 1922. Llegó al Uruguay en 1933, donde se radicó y se hizo ciudadano legal uruguayo.
Estudió dibujo con el profesor Enzo Doméstico Kabregu; dibujo y pintura con Domingo Giaudrone en 1940 y modelado con el escultor Luis P. Cantú.
Ganó una beca para concurrir a las clases del Círculo de Bellas Artes en 1942; luego pasó a la Escuela Nacional de Bellas Artes donde estudió modelo vivo y anatomía, y, con el profesor C. Rodríguez Pintos, Historia del Arte.
Ejerce docencia en clases privadas y es profesor de pintura y tecnología en el Instituto San Francisco de Asís. Realizó su primera exposición en 1945.
Principales exposiciones:
1943- Exposición colectiva, Salón Nacional de Bellas Artes (Uruguay).
1945- Exposición individual, Club San José de Montevideo (Uruguay).
1963- Exposición individual, Intendencia Municipal de Colonia (Uruguay).
1965- Exposición individual, Jockey Club de Montevideo (Uruguay).
1967- 1er. Salón de Primavera de Montevideo (Uruguay).
1967- Galérie d'art Saint-Jean (Quebec, Canadá).
1967- Exposición individual, Jockey Club de Montevideo (Uruguay).
1968- Galérie d'art Saint-Jean (Quebec, Canadá).
1969- Exposición individual, Galería Helios 70 (Punta del Este, Uruguay).
1969- Exposición individual, Galería Witcomb (Buenos Aires, Argentina).
1969- Exposición individual, Galería Bandi Binder (Punta del Este, Uruguay).
1970- Exposición individual, Galería Witcomb (Buenos Aires, Argentina).
1971- Exposición individual, Alianza Uruguay-Estados Unidos (Uruguay).
1973- Exposición individual, Galería Witcomb (Buenos Aires, Argentina).
1974- Exposición "4 Uruguayos" Galería Guianard (Porto Alegre, Brasil).
1975- Taller de Sergio Curto (Montevideo, Uruguay).
1975- Exposición colectiva con Sergio y Aldo Curto (Punta del Este, Uruguay).
1976- Exposición colectiva con Sergio y Aldo Curto (Punta del Este, Uruguay).
1977- Expoisición "5 Uruguayos" en Galería Centro América (San Pablo, Brasil).
1977- Exposición colectiva con Sergio y Aldo Curto (Punta del Este, Uruguay).
1977- Exposición en Plaza Hotel Curazao (Caracas, Venezuela).
1978- 41 Salón Paulista (San Pablo, Brasil).
1978- Exposición colectiva con Sergio y Aldo Curto (Punta del Este, Uruguay).
1979- 42 Salón Paulista (San Pablo, Brasil).
1979- Exposición individual en Galería Ceriani (Uruguay).
1980- Exposición colectiva "Hijos y sus padres" en la sede de la OEA (Uruguay).
1980- Exposición individual en Galería Ceriani (Uruguay).
1980- Exposición individual en Teatro Macció (San José, Uruguay).
1984- Exposición colectiva en Galería Portón de San Pedro (Montevideo, Uruguay).
1985- Exposición colectiva en Galería Contemporánea (Montevideo, Uruguay).
Principales premios obtenidos:
1967- 1ER. PREMIO MEDALLA DE ORO, en el 1er. Salón de Primavera de Montevideo (Uruguay).
1973- Premio Adquisición, 1a. Categoría, en el Salón Municipal (Uruguay).
1974- 1ER. PREMIO DE PINTURA, en el XXXVIII Salón Nacional de Artes Plásticas (Uruguay).
1974- Premio Adquisición, 1a. Categoría, en el Salón Municipal (Uruguay).
1979- Premio Banco República (Uruguay).
1979- Premio Adquisición, Banco República (Uruguay).
Sus obras se encuentran en el Museo Nacional de Artes Plásticas (Uruguay), Museo Municipal de Artes Plásticas de Montevideo (Uruguay), Museo Municipal de Rivera (Uruguay), Museo Portuario (Uruguay), Pinacoteca de Rubem Berta (Porto Alegre, Brasil), Base Naval de Puerto Belgrano (Argentina), Pinacoteca Durban (Sudáfrica), Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos (Uruguay), Club Naval (Uruguay), Banco de Londres en Montevideo (Uruguay), Banco República Casa Central (Uruguay), Galería de Presidentes Banco República (Uruguay), Acervo Casa Andrés Bello de Curazao (Venezuela), Cámara Naiconal de la Construcción (México), Administración de Ferrocarriles del Estado (Uruguay), Universidad de la República (Uruguay), Museo Ciudad de Bahía (Brasil), Brigada Aérea N°1 (Uruguay); así como también en colecciones particulares de Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Paraguay, Perú, México, Costa Rica, USA, Canadá, España, Francia, Italia, Suiza, Sudáfrica, Líbano, Israel, Bulgaria, etc.
Pintor naturalista por excelencia
Sergio Curto (Quero, Belluno, Italia, 1922) fue un artista visual que se volcó desde muy temprana edad al oficio de la pintura, convirtiéndose en uno de los más destacados pintores uruguayos figurativos de su generación. Curto fundó su lenguaje en la escuela de los macchiaioli (término acuñado en 1862, que significa manchistas o manchadores), un movimiento pictórico que se desarrolló en la ciudad de Florencia en la segunda mitad del siglo XIX.
Dentro de la figuración, Curto se inclinó por la pintura naturalista de bodegones, paisajes, retratos y figura humana, formando parte ineludible del testimonio pictórico nacional del tercer cuarto del siglo XX. Fallece en Montevideo, el 28 de junio de 2002, a los setenta y nueve años de edad.
El aporte inmigratorio trajo implícito un aporte ideológico que se reflejó con el paso de los años y que fructificó, al filo del siglo XX, en una masa urbana que tuvo como abuelos físicos y culturales a la primera oleada de extranjeros con su masivo aporte europeo. En el periodo de entreguerras, fueron otros inmigrantes los que recalaron en nuestra región. Este nuevo impulso migratorio trajo desde la provincia italiana de Belluno a Sergio Curto y su familia, con “el trauma consecuente del brusco desarraigo para los verdes años”, según recordara el artista años después. A los veinte años de edad, el joven Curto obtiene una beca por oposición en el Círculo de Bellas Artes, donde estudia Historia del Arte con el poeta Carlos Rodríguez Pintos (1895-1986). Más adelante ingresa como alumno fundador a la Escuela de Bellas Artes y estudia dibujo con el también italiano Enzo Kabregú (1906-1971), pintura con Domingo Giaudrone (1898-1978, considerado un post-macchiaioli), y modelado con el escultor Luis P. Cantú (1882-1943). En ausencia del docente Giaudrone, Curto le sustituye y comienza así su experiencia docente, una práctica que continuó durante el resto de su vida. A partir de 1943 se integra al Salón Nacional de Bellas Artes, y un año más tarde es invitado por el gobierno italiano a exponer en su región natal. A lo largo de los años obtuvo múltiples premios, medallas de oro en varios salones y premios adquisición del Banco República, e intervino en múltiples exposiciones colectivas e individuales. No se puede soslayar el hecho de que su obra se podría encasillar fácilmente bajo la grifa de “pintura académica”. Ahora bien, ¿de qué academia hablamos, más allá de las referencias ostensibles a las escuelas anteriormente mencionadas en las que Curto abrevó? Si bien no era sencillo, en el Uruguay de la década de 1950, posicionarse como un artista “abstracto”, menos lo fue más tarde para todos aquellos artistas que no se afiliaban a las nuevas tendencias y que -como Curto-, sólo se guiaron por las directivas de sus propias necesidades expresivas (sin desmedro, claro está, de las genuinas investigaciones en torno a la problemática del arte que se había disparado con las teorías impulsadas por las vanguardias históricas). "Creo que nunca seré abstracto. Pero sí, trato mi pintura con libertad: es el sentido humano que me llama", afirmaría. A pesar de ello, no fue un activo militante de las controversias que emergieron durante los primeros años de la década de 1960, entre “pintores abstractos” y “pintores figurativos”, cultivando un mutuo respeto con otros colegas de su generación (Dante Picarelli, Walter Deliotti, Jorge Páez Vilaró, Guillermo Laborde, Juan Storm, Luis A. Solari). Dedicado exclusivamente a su obra y a la docencia, Curto profundizaría el oficio que aprendiera de sus maestros, para volcarse a una pintura controlada de claroscuro y manchas, aunque de nervio gestual. En mayor o menor grado, los pintores que gestualizaban sus figuras (imprimiendo una ligera vibración y “desmaterialización” en los bordes de los objetos) a través de una pincelada cálida y abierta (en contraposición a la “pincelada dura” de los pintores naturalistas decimonó-nicos) lo hacían mediante la vía de cierto gestualismo francés (proveniente, a su vez, del expresionismo abstracto de posguerra). En nuestro país, esa tendencia hizo carne en artistas como Curto, quienes lo aplicaron con maestría y solvencia (recordemos también al pintor italiano Mério Ameglio, o al francés Fernando Laroche, entre otros). En una entrevista concedida a Eduardo Vernazza, Curto dice con meridiana claridad: “Si tuviese que formar un juicio y concreto sobre las artes visuales, diría en primer lugar que ese juicio moriría al ser formulado, y precisamente por la misma intangible sustancia del gusto artístico.” Apasionado defensor de la técnica y el oficio, Curto fue un naturalista nato que no descuidaba la “carnalidad muscular” de sus obras, ni el espacio, la luz (típicamente italiana, por su blancura) o el color. Al decir de Vernazza: “En la visión objetiva de las cosas que le rodean lleva implícito todo el sentido del color. Pero no supone que este sea dado de primera mano siempre.
Muchas veces gusta Curto de ese que él llama ‘juego’, en el que las líneas y la composición conforman, con el claroscuro, la vivencia misma de lo más simple o lo más difícil de solucionar. Es por ello que, sin complicaciones, el pintor radica su influencia en la vitalidad del oficio. En la seductora sensación ante la belleza, sea ésta fija en la naturaleza muerta, en el paisaje, o en la figura desnuda”. Hasta la fecha de su fallecimiento, pudo vivir de la comercialización de sus obras, en un país como Uruguay, cuya clase media ilustrada (entre 1950 y 1980) se daba el genuino lujo de adquirir obra pictórica. Visto ello, podríamos afirmar que Curto fue (en algún modo) un privilegiado protagonista de los años dorados de la relación entre arte y mercado; a la luz –además- de un medio que no vislumbraba los oscuros nubarrones de la fragmentación social y cultural que asomaban por el horizonte. La enfermedad que determinó su deceso, no fue impedimento para que experimentara con pasión el lenguaje del arte digital. En efecto, en su última muestra retrospectiva, celebrada en el Museo del Gaucho y la Moneda (2000) se pudo observar una serie de paisajes resueltos con técnicas digitales que todavía dejaban en evidencia el riguroso trazo que lo identificaba. Su magisterio como artista y como docente dejó una huella ética indeleble en una pléyade de alumnos, así como en su hijo Aldo, quien hoy prosigue por el sendero trazado por aquél.
Oscar Larroca
“La Pupila” – Abril 2012
En primera persona:
“La técnica de espátula no es novedad para nadie. Lo único que cabe es una recomendación de utilizar el instrumento con la mayor ductilidad posible, esto es: aplanar el óleo con materia densa; filetear con el canto del instrumento con óleo más líquido; puntear, raspar, y el bello efecto de la amplia espatulada cuando la texturación lo solicite. Una versatilidad amplia en el manejo de la espátula da interés óptico por la riqueza de trazado. Con mucho ejercicio puede llegarse al fundido que da el pincel, siendo el efecto de más belleza.” “Es la individualidad de cada uno la que provee y saca a superficie el sentir del artista. Sin esa fuerza potencial, sin ese requerimiento íntimo, sin el dinámico impulso de su visión, el pintor poco puede hacer para interpretar lo que el mundo ha creado ya como belleza natural.” “Cuando termino mi tarea -es decir, mis cuadros del día, mi labor de pintor en mi taller-, y la luz de la tarde se va apagando, comienzan a llegar mis alumnos. La luz de la noche se las dejo a ellos. Es más eficaz para aprender. Se marcan los planos con fuerza y definición. Se puede enseñar con una lógica más simple, más visual”
“(...) Se maneja con una rica paleta, toma como base la naturaleza pero no hay un naturalismo puro. Es un buen retratista, modalidad poco cultivada en nuestro medio. En los retratos busca la luz, el contraste y el fondo en función de la figura; en el retrato del niño hay armonía en el dibujo y en el color. (...) No hay duda que es un artista de grandes condiciones. Trata de demostrar que la figuración vive y palpita aún en esta época de búsquedas y vacilaciones.”
Diario “BP Color”
Noviembre de 1965 (S/f.)
“(...) Poco se ha realizado el ‘desnudo’ en nuestro país desde mucho tiempo. Curto remonta esta faceta del arte pictórico con un centro dibujístico sin fallas. De acuerdo a las exigencias de las formas y al itinerario de los detalles, sin que tales molesten la firme decisión de realizarse en su propia personalidad. En pintura, arte visual por excelencia, considera inevitablemente personal toda asimilación de orden estético, y siempre condicionada a una estructura sensorial y cultural en cualquiera de sus estados sensual, emocional, o intelectual. ¿Y el artista? Es uno más de los seres humanos con su potencial de visiones, dotado de cierto grado de capacidad para expresarse. Su individualismo da siempre impulso a su libertad de expresión. Podemos considerar los cambios sociales del medio, su continuo enriquecimiento cultural.
Por lo mismo, hablemos de matices en la interpretación de nuestro mundo material y sensible. Matices que determinan concepciones formales o abstractas, con toda su gama intermedia de expresiones, en las que nunca es su definición absoluta, pues se nutren de elementos entre sí. ‘Pueden ser las termas extremistas más nunca antagónicas’ ’’.
Eduardo Vernazza.
Suplemento Dominical de Diario “el Día”, 1986.
“(...) A Curto es evidente que el figurativismo se le coló hasta los huesos por el lado de la sensualidad de las formas y la alegría del color. Ambos conceptos resultan muy claros en la muchacha que se asea morosamente dentro de un baño de cobre, donde se conjugan varias de las cualidades que hacen de Curtoun pintor de éxito. La gracia del cuerpo femenino, la suavidad redondeada de una piel que revela turgencias que enmarcan en el brillo de un metal particularmente cálido y sugerente que motiva fecundas asociaciones de ideas por sí mismo. Pero esa sensualidad y esa alegría del color también aparecen en una naturaleza muerta donde se muestran unas cebollas que traslucen la acumulación de delgadas películas como una mujer que se fuera desvistiendo. Y la alegría, por más que un ojo atento registre nostalgias y sectores de la ciudad que sobreviven en medio de la renovación casi siempre no feliz, también aparece en susescenas de calles del Barrio Sur, de Colonia, de la Boca porteña. Es que para Curto el tema siempre es un pretexto para volcar una idea plástica en donde se percibe fácilmente el gozo que le proporciona la creación y que en su caso resuelve por el lado de la representación de formas y colores que le resultan particularmente provocativos.”
Diario “El País”, agosto de 1987 (S/f.).
“(...) el decantado oficio que tiene Sergio Curto y la sensibilidad expresiva que lo ha convertido en uno de los maestros nacionales en esa famosa linea docente de la buena pintura que son los bodegones o las naturalezas muertas (nadie es capaz como Curto, de representar la disfrazada superficie de una cebolla que se
arropa en mil polleras transparentes que se deshacen en el aire como el polvillo del polen), son cuestiones que no se discuten.”
Diario “El País”, octubre de 1990 (S/f.).