Nace en la ciudad de Las Piedras en el Departamento de Canelones (Uruguay), en 1938.   Se formó entre 1956 y 1960 en la Escuela de Bellas Artes con el Maestro Vicente Martín.

A partir de esta primera etapa, sigue cursos de grabado con el Maestro Luis Mazzey  y alfarería con el Profesor Freire en la misma Institución

Puede decirse que desde 1960 ha comenzado a intervenir con su obra en salones y concursos nacionales, con un resultado estimulante si nos atenemos a la presencia de su pintura en le circuito del arte nacional en galerías y salas de exposición.

En 1987 había efectuado una exposición en Galería Bruzzone y vuelve ahora  a este ámbito, con una muestra que comprende sus últimas obras.

Las telas exhibidas mantienen una relación estrecha con el estilo definido por el pintor.  Se trata de óleos que desde el punto de vista estilístico no han roto la relación con la realidad aunque lo figurativo se muestra tamizado en muchos sentidos por la sensibilidad del artista.

Son en su mayoría paisajes ciudadanos en los cuales se anota la presencia humana superponiéndose al mundo de casas y calles, en un juego compositivo que divide al plano y recorta a veces siluetas y perímetros de las figuras.

Una paleta uniformemente entonada hacia tierras y ocres, con el empleo de la espátula en algunas ocasiones, revela un oficio cierto y en todo caso a la escala de los objetivos que el artista propone.

El juego señalado con la espátula y su carga sobre la materia insinúa, en una de las dos obras señalables por este enfoque, una tendencia hacia la abstracción que todavía es muy incipiente para anotarla de manera nítida.

Ese efecto geometrizante sugerido se advierte en el partido que saca Velásquez de los frascos que pertenecieran a Petrona Viera y que , integrados ahora a su taller promueven una interesante ocasión para recrearlos en sus transparencias y formas en algunas de las obras exhibidas.  Sobre todo en una de pequeño tamaño que acierta con felicidad en su espíritu construido, trabado, trabajado como un puzzle.