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Solari, Luis Alberto
Luis Solari nació en la ciudad de Fray Bentos, Uruguay, el 17 de octubre de 1918.
En 1925 su familia se trasladó a la capital del país, Montevideo, donde entró en contacto esporádico con la pintura y sus técnicas.
En 1932 se reunió con el pintor Zoma Baitler, y un año más tarde se incorporó al Taller de Pintura Decorativa dado en la Escuela Industrial por el profesor Guillermo Laborde. Allí, en colaboración con otros estudiantes, lo hizo el escenario, escenografía, construcción y decoración de gran formato con pinturas murales (Miramar Hotel, Casino Municipal, Parque Rodó).
En 1934 entró en Círculo de Bellas Artes de Montevideo donde descubrió, entre otras corrientes, Post-Impresionismo y el Simbolismo en la pintura de Gauguin. También fue atraído por D'Hastrel, Rugendas, Morel, Monvoisin, y las impresiones de Adolfo Pastor y Carlos González.
En 1937 viajó para estudiar en Buenos Aires, donde llegué a conocer la pintura de los maestros argentinos Pettoruti, Butler, Berni, Quinquela Martín y Spilimbergo.
Regresó a Fray Bentos, donde, entre otras artes relacionadas con las empresas que realizó la escenografía, decoración, carros alegóricos, desfile y las cifras para la ciudad del carnaval, un esfuerzo que seguirá durante muchos años.
Hasta 1940 trabajó en su tiempo libre en el área de Inspección Veterinaria a la Anglo planta de envasado de carne durante la masacre tiempo, y también pasa por la región como un vendedor de viaje para una tienda, ambos de puestos de trabajo que sería trascendental para su trabajo. Fue allí que llegó en contacto con los adagios populares, creencias supersticiosas, y el pintoresco "refranes" del país popular uruguaya.
Comenzó profesionalmente muestra en una exposición del Consejo Nacional de Pintura, Dibujo e imprimir Salón de Montevideo.
En 1941 recibió su primer gran premio, el Premio Adquisición en el Municipal de Artes Plásticas Salón.
El 20 de mayo de 1944 se casó con Nora D'Agosto.
En 1948 comenzó una etapa fundamental de su carrera, teniendo el carnaval como tema para su trabajo.
En 1951 algunas de sus obras se incluyeron en el uruguayo contribución a la Bienal de Sao Paulo en Brasil.
Al año siguiente viajó a Europa en una misión que se le ha encomendado por la Junta de Educación Secundaria, para preparar un informe comparativo sobre los métodos de enseñanza.
En París se convirtió en juego, con la Jeune huecograbado Contemporaine grupo. El escultor Osip Zadkine lo presenta, a su vez, para el Taller de impresión a Superièure L'Ecole de Beaux Arts, dirigido por el maestro Edouard Goerg, donde empezó el grabado.
También hizo estudios de la vida en el Grand Chaumière. Él vio de primera mano la labor de maestros como Tiziano y Brueghel, o más recientes, como Ensor, Klee, Rouault, y uno de sus favoritos, Gauguin. Pero lo que más le impresionó fue la pintura renacentista del Quattrocento: Van Eyck, Bosch, Dürer, y otros.
Regresó a Uruguay en 1953, y fundó el Taller de Artes Plásticas en Fray Bentos. Participó en la 11 ª Bienal de Sao Paulo.
En 1955 ganó el Primer Premio de Dibujo en el Salón Nacional. En los próximos dos años ganó el Premio Adquisición del Concejo Municipal de Artes Plásticas Salón dos veces en una fila.
En 1959, durante la celebración del centenario de la ciudad de Fray Bentos, organizó diferentes eventos culturales, de los cuales el Grupo 8 exposición fue particularmente notable. Al año siguiente participó en concursos internacionales en Mexico y Suiza.
En 1961 regresó a Europa. A su juicio, los bocetos para la Chagall vidrieras se indica en París, que le trasladó para realizar el collage, para experimentar con texturas, con los recursos informalista, para ser más imaginativos y simbolista.
En 1964 fue invitado a mostrar a la División de Artes Visuales de la Unión Panamericana en Washington, DC.
En 1965 decidió radicarse en Montevideo. Él participó activamente en la enseñanza, tanto en Uruguay como en el extranjero.
En 1967 viajó a los Estados Unidos para seguir su técnica en el Pratt Graphics Center, y en el New York Graphics Workshop. Junto con Liliana Porter y Luis Camnitzer, comenzó su aventura en metal grabado, una técnica que vendría a manejar magistralmente.
Mostró a Zegry Gallery de Nueva York y en la Galería La Ruche en Buenos Aires. Ganó el Premio al Mérito en el 1968 Graphic Artists
Exposición en el Centro de Pratt, y en 1970 decidió instalarse en los Estados Unidos.
Durante los años siguientes recibiría varios premios internacionales y mostrar su trabajo en las Américas y en Europa. En 1974 se trasladó su estudio a Port Washington, Rhode Island.
En 1975 comenzó a trabajar en una edición de Fábulas de Esopo con veinte grabados de cobre, para el estudio de Pascual Fort (1975-1979). Durante los años siguientes su obra se muestra cada vez más en los Estados Unidos, América Latina, diversas capitales europeas y el Cercano Oriente.
Él residía en Miskenot Sha'ananim, Jerusalén (1981), invitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel. Esta experiencia condujo a una revitalización de temas bíblicos que Solari ya había abordado en otras fases de su vida artística.
En 1986 regresó a Uruguay en 1989 y ocupó retrospectivas a la Sala de Exposiciones Municipal de Montevideo y en el Museo Juan Manuel Blanes. En agosto de 1989, el Museo Solari fue inaugurada en Fray Bentos, en una casa reciclada por la Municipalidad en la ciudad, plaza principal, que vendría a celebrar una importante colección de obras. Él creó su taller en Montevideo.
En 1992, un jurado nombrado por el Ministerio de Educación y Cultura le concedió la Artes Plásticas Lifetime Achievement Award.
Solari falleció el 13 de octubre de 1993.
"Las Máscaras de todo el año", por Estela Abal (Fuente: Museo Solari, Uruguay).
Solari pintor, recién vuelto a Fray Bentos en el año 1937, participa activamente en fiestas de carácter popular. Desde los disfraces a los carros, todo convoca a la creatividad y a la picardía.
Hombre de pocas palabras, profundamente bromista e irónico, refleja en Autorretrato con sombrero los rasgos indígenes que le llegan por vía materna. La experiencia como vendedor ambulante acercándose a los fogones y a las ruedas de mate de las estancias, los embarca en un clima de relatos y supersticiones, próximo a la infancia.
Alejándose progresivamente del naturalismo, realiza interesantes obras que el Museo exhibe en sus salas. Así aparece en dibujos y grabados, el Cristo-hombre asociado al sacrificio de todos los tiempos. En pinturas y grabados se destacan los gauchos como héroes de leyenda y corambreros, gauchos fieros y estáticos, historias de aparecidos y de luces malas, nostalgias propias de los amaneceres y crepúsculos del campo.
En 1948 es cuando Solari se propone inventar imágenes y composiciones del carnaval que sean más elocuentes que las palabras. El contenido de su obra es de refranes y de oontrarrefranes, apoyado en una concepción de la vida que sostiene que “las verdades tienen dos puntas”. Es el humor de los pueblos rioplatenses con algo de resignación: “Por cuatro días locos que vamos a vivir” “Total ¿para que?"
Entre lo fantástico y lo real esta el hombre que adopta la máscara animal o de otro hombre. Son las "máscaras de todo el año". Los viajes a Europa le permiten conocer en profundidad la obra de El Bosco, Brueghel y Goya, entre otros, iconografía que va volcando en pinturas y objetos, colages y grabados. La permanencia en Estados Unidos le posibilita el aprendizaje dominio de técnicas del grabado. De ahí pasa al reconocimiento nternacional.
La visita al Museo Luis A. Solari en Fray Bentos es importante para captar el ámbito en el cual yace la matriz de su obra. En una adecuada concepción espacial, es posible recorrer y valorar la trayectoria de cincuenta años de creación.
"Evocación Solariana", por Jorge Abondanzza (fuente: Museo Solari, Uruguay).
Los jóvenes plásticos de hoy, a veces ansiosos por alcanzar niveles de notoriedad o reconocimiento, deberían saber que hace cuatro o cinco décadas esos niveles demoraban bastante más que hoy en el medio artístico uruguayo. Luis A. Solari, cuya reciente desaparición se lamenta todavia, fue un ejemplo de esas demoras: ya era un cuarentón cuando se alzó hacia planos de conocimiento general y de prestigio, apoyado en una obra de unidad y coherencia sin par. Gente memoriosa recordará que a fines de los años 40. Solari integró el Grupo Sáez junto a tres contemporáneos de talento singular (Espinola Gómez, Barcala, Ventayol): las exposiciones del grupo respaldaron el ingreso de todos ellos a una fama nacional que luego no decayó.
Desde entonces, la producción de Solari tuvo el sello inconfundible de su temática: una fauna rural donde eran habituales los desfiles de máscaras, los personajes humanos revestidos de cabezas de animal, como en una celebración carnavalesca. Detrás de esa apariencia festiva, y de una lectura superficial que podía dejar al observador un poco perplejo (porque la gente del campo uruguayo no emplea esos disfraces ni participa de esas fantasias tan frondosas) corría empero una segunda lectura, más honda y definitiva: el antifaz de sus personajes debía entenderse como la máscara menos visible que suele colocarse para ocultar la condición real de cada uno, la identidad que se disimula, los sentimientos que se repliegan.
Hay que pensar en las múltiples maneras en que el hombre se enmascara en la vida social, escondiendo su esencia detrás de los artificios del comportamiento. para advertir el alcance metafórico de los disfrazados de Solari, que por todo otro motivo constituían cortejos de notable sugestión visual, con un sesgo burlón para caracterizar a esos grupos donde parecían dialogar las cabezas de perro, de vaca o de burro como en una sutil caricatura de toda la comunidad y de sus habituales ritos de comunicación. Pero su intención (y su vuelo poético) iban más allá, cuando por ejemplo las figuras se echaban a volar o parecían devoradas por un monstruo mayor, porque en esos casos el mundo imaginativo del artista aludía a los impulsos de elevación interior o a las famas que a sociedad tiene de tragar -en tantos sentidos- a sus hijos.
Y aún por encima de las ramificaciones de significado de esas propuestas, la obra de Solari descollaba por la esplendorosa técnica que colocaba al servicio de los temas: como pintor, el dominio de la herramienta expresiva era soberano y no se limitaba a la aplicación del trazo o el color sino que se extendía al manejo magistral del collage, un terreno donde superponia capas de papel para delinear sus figuras, logrando que esas hojas encimadas agregaran un atractivo adicional a la imagen. Pero además como grabador, Solari exhibió niveles de sabiduría muy insólitos y logró que esa vertiente de su producción se convirtiera quizá en el sector más admirable de toda su obra, tanto en la delicia de sus composiciones de pequeño formato como en la fuerza soberana de sus ejercicios mayores.
Vivió mucho en Montevideo, mirando de reojo hacia su Fray Bentos natal, pero también residió largos años en Nueva York, como un emigrante de lujo que entró en contacto con eminentes talleres y corrientes expresivas de la gráfica y redondeó asi su formidable madurez. En los últimos años, empero, prefirió volver al país donde siguió trabajando con la perseverancia y la continuidad que los acompañaron toda la vida. En esas etapas recientes, tuvo la satisfacción de que se inaugurara en Fray Bentos un museo dedicado a su obra, privilegio que pocos creadores suelen tener en vida. Haber asistido personalmente a la apertura de ese museo, debe haber sido una de las gratificaciones perdurables en la existencia de Solari, pero fue sin embargo un simple acto de justicia hacia una de las personalidades de primera fila del arte plástico de este país del último cuarto de siglo. En ese sentido, las conciencias culturales -a menudo tardías- pueden descansar en paz.
"La obra de Luis Solari, El mundo real y sus máscaras", por Alicia Haber (Uruguay).
EL 13 de octubre se cumplieron dos años del fallecimiento de Luis A. Solari, una de las figuras más originales del arte uruguayo de todos los tiempos. Este creador fraybentino nacido en 1918 hizo un aporte de gran envergadura estética y simbólica a las artes uruguayas plasmando una parte importante del imaginario colectivo. |
EL CARNAVAL TRADICIONAL: Su iconografía, que evoca las caretas, cabezudos, corsos, comparsas, mascaritas y desfiles más tradicionales, está arraigada en experiencias autobiográficas. Mientras abordaba el carnaval Solari develaba otros contenidos característicos de la cultura uruguaya aunando la experiencia de esa fiesta popular de gran potencial simbólico con ciertos rasgos del mundo telúrico. Uno de ellos es la fantasía propia del mito y el folklore. Su imaginación fue alimentada por los relatos de un tío abuelo que le hacía de niño cuentos de aparecidos, fantasmas, ánimas, lobizones y brujas. A esas vivencias infantiles se sumaron sus experiencias como ayudante de Inspección Veterinaria del Frigorífico Anglo de Fray Bentos y como vendedor ambulante en las estancias de Río Negro (1938-1940) y gracias a ello un profundo conocimiento de la realidad campera y de esas mentes propensas a las supersticiones. Conviviendo con los hombres de campaña Solari sintió una transfiguración permanente de la realidad, y en zonas perdidas pudo oír silbidos de animales misteriosos, sonidos alarmantes y silencios que se pueblan de voces y almas en pena como recordaba de las inolvidables noches de los fogones, de las horas de los duendes y de los espacios infinitos. Esas experiencias dejaron su impronta en la valorización de lo mágico y misterioso. Como retorno al caos primigenio y como apelación a lo dionisíaco que invita a que el hombre se disfrace y saque a relucir elementos reprimidos, el carnaval fue para él como para muchos pintores y literatos, un tema de singular interés, un símbolo de la propia vida en la que desfila cada uno con su máscara escondiendo o develando debilidades y pasiones. A Solari le fascinaba ver cómo a través de la máscara el ser humano se permite conductas que la cultura represiva detiene. |
Vinculados con ese antropomorfismo se encuentran los monstruos y en particular las quimeras y los lobizones. Con las quimeras Solari denunciaba la vanidad y los peligros de las exaltaciones imaginativas. La imagen del lobizón subraya la fuerza de esa figura en los cuentos de horror vernáculo y apunta al mismo tiempo a la intensidad de lo irracional y de lo sombrío en la naturaleza humana. El pintor también creaba sus propios monstruos para denunciar realidades de su contexto político. Así un carcelero se transforma en un monstruo según una asociación de imágenes muy vinculada a las del manierista Archimboldo: en "Cancerbero's lunch" el busto es una mano, la oreja es una víbora, el sombrero una tortuga, el ojo un perico, la mano una abeja y la espalda una quimera. Bestiarios y monstruos indican no sólo la existencia de lo fantástico sino los secretos más ocultos del hombre mientras hablan de la necesidad humana de usar al otro yo animal y monstruoso para proyectar el mal fuera de sí. A través del carnaval Solari apuntaba al ciclo vital y a la inevitabilidad de la muerte. Su obra en buena medida es un "memento mori" (recuerda que vas a morir). Al carnaval también le llega la hora de su "muerte" festejada en muchos pueblos como símbolo del término de un proceso. El enjuiciamiento de Pau Pi, Carnistoles, Zampana, Pero Palo, Don Carnaval y el entierro de la sardina testimonian esa costumbre en España. En el propio Fray Bentos el desfile y ajusticiamiento del Preciosuario revelaba la continuación de una tradición muy antigua. Por ello la mascarita de la calavera es una imagen recurrente en las obras de Solari. Pero en ellas la muerte no es horripilante sino estática, está presente en esta vida, es una fatalidad ineluctable y sobre todo una presencia aceptada. La vida es caduca, mortal, frágil, perecedera y no hay manera de detener a la muerte que es democrática y se encuentra igual con ricos, pobres, débiles y poderosos, afirmaba Solari a través de sus "collages", dibujos, pinturas y grabados. Aunque la obra de Solari está vinculada a costumbres vernáculas su interés no era testimonial. Le importaba la visión de la vida a través de la máscara y del carnaval, la oportunidad de enmascarar y desenmascarar y por lo tanto de denunciar y condenar problemas morales como la hipocresía, la cobardía, la inconducta, la ira, la ignorancia, el belicismo. De esa manera pretendía ayudar a crear un hombre más íntegro. Por el eje intencional y por el substrato mítico y fantástico, sus obras no son descriptivas ni narrativas. Los espacios son aperspectivos; no indican una circunstancia específica o una acción determinada. Sus personajes antropozoológicos están en quietud, son actores del carnaval de la vida, figuras únicas mirando de frente o de perfil y tríos, cuartetos o grupos más amplios. |
"Luis Solari", Colección del Museo de Arte de las Américas OAS (USA).
Alegoria Divertida (Amusing Allegory), 1975
color etching/drypoint a/p, 18 x 24 in.
Collection of the Art Museum of the Americas OAS
"Una carroza de carnaval inspirada en un cuadro", por Ma. Eugenia Lima Diario "El País" (Uruguay, 2008).
Desfiles. En honor a Luis Solari; se verá en 25 corsos
El grabado Barca de no sé será un carro alegórico en este carnaval. El Museo del Carnaval quiere acercar las artes plásticas al público, homenajear al pintor Luis Solari y reintroducir la costumbre de hacer carros para los desfiles de Momo.
En un galpón de Ciudad Vieja, Gabriel Nieto y Gabriel Macció construyen la Barca de no sé en base al grabado -del mismo nombre- realizado por el pintor fraybentino Luis Solari (1918-1993) (ver nota aparte).
Empezaron a armar el carro alegórico el 20 de diciembre. El olor a pegamento todavía es muy fuerte porque hay cinco personas que siguen construyendo los cabezudos con forma de animales que irán en una barca hecha con una estructura de hierro y arpillera.
El viernes pasado ya estaba pronta parte de la barca y encima estaban colocados varios muñecos hechos con alambre, mallas de metal (estructura liviana) y recortes de publicidad de diferentes colores.
La semana pasada, Nieto estaba trabajando en una cabeza de animal en un rincón, se sacó la máscara -que evitaba que aspirara el pegamento- y habló con El País.
"Usamos fibra de vidrio para conservar más la pieza y lograr la transparencia, ya que luego los muñecos tendrán una iluminación interna", explicó.
"Solari trabajaba mucho el collage en su obra y un grabado sobre otro. Eso es lo que tratamos de hacer", indicó.
"Me gustó mucho el grabado de la barca para pasarlo a la carroza porque habla mucho de Solari. Él trabajaba con las máscaras y las caretas. Trabajaba mucho con lo animal del hombre. Acá (en la carroza y el grabado) hay animales y cada uno de ellos representa algo del ser humano. El loro la delación, la gallina la cobardía, el lobo la prepotencia", precisó el artista.
El porqué del nombre del grabado se debe a que Solari "utilizaba mucho el cambio de una palabra. En este caso a Noé le agrega una s. Solari tiene un humor muy fino", dijo Nieto.
La barca desfilará por 25 corsos en Montevideo, Canelones y Maldonado. El debut será el 24 de enero en el desfile inaugural de carnaval por la avenida 18 de julio de la capital.
Al pintor. "Para nosotros es el homenaje de salir del cuadro, pasarlo a una carroza, llevarlo a una cosa popular y que la gente pueda conocer a Solari", dijo el creador del carro alegórico que conoce a Bruno Suárez -nieto del artista fraybentino- y a Nora, hija del artista nacido hace 90 años.
"Para mí es un placer y un honor trabajar en homenaje a Solari porque es un artista que aprecio mucho desde lo sensible. Además, tener la suerte de contar con el apoyo de la Fundación Solari", expresó Nieto.
Contó que en el año seguirá el homenaje a Solari con una obra de teatro en la que se usará los elementos de la carroza. Explicó que de esta parte escénica se encarga Gabriel Macció. "La obra de teatro va a contar la historia de Solari, pero todavía está en proceso", explicó.
El director del Museo del Carnaval, Eduardo Rabelino, anunció que para seguir con los homenajes durante el año habrá en el museo una "miniexposición para que conozcan a Solari y sepan cómo surgió el carro alegórico. Tendrá el grabado original, una biografía y cuadros. También se exhibirán los muñecos de la carroza". Otra idea es meter la barca en el agua. Durante el año "vamos a tener proyectos con esta barca flotando en Montevideo y en el interior", anunció el director.
Otra forma de homenaje será un curso para aprender a hacer los muñecos. Será impartido por Nieto en este año. El homenaje, incluida la barca, las exposiciones y el curso, están financiados por Ancap, que aportó U$S 20.000.
Páez Vilaró. La idea del Museo del Carnaval es honrar a pintores nacionales que trabajen o hayan trabajado la temática del carnaval. "Así surgieron nombres como Solari, Pedro Figari, Carlos Páez Vilaró y otros. La idea es acercar al público común el trabajo de un artista plástico, que a veces se mueve en una elite", explicó Rabelino.
"El año que viene habíamos pensado en Figari y en Páez Vilaró. Y trabajar todos los años con un artista distinto", dijo.
Para terminar la Barca de no sé falta "pasar una mano de resina en los animales, pintarlos, hacerles un grafismo, hay que estudiar mucho el color para esto", afirmó Nieto. Después hay que pasar resina a la arpillera de la barca y pintarla. Por último, instalar la iluminación.
El artista plástico dijo que les "gusta que el carro tenga una sorpresa, que vamos a poder lograr con los movimientos en los cambios de luces."
Fraybentino, pintor, grabador y docente
Luis Alberto Solari nació en Fray Bentos el 17 de octubre de 1918. Falleció el 13 de octubre de 1993. Fue pintor y grabador. Estudió pintura decorativa en la Universidad del Trabajo, y dibujo y pintura en el Círculo de Bellas Artes. Fue profesor de dibujo en Secundaria y el Consejo Nacional de Educación Secundaria le encomendó ir a cursos de grabado al aguafuerte en l´Ecole Superieure des Beaux Arts en París. Estudió en el Pratt Graphic Centre y en el New York Graphics Workshop, Nueva York. Expuso en Chile, Argentina, Cali, Florencia, Cracovia, Ljubljana, Viena, Japón. En sus obras muestra las mascaradas, escenas humanas cotidianas pero protagonizadas por figuras antropomórficas con máscaras de animales. Su relación con el carnaval fue muy fuerte. En 1975 hizo Carroza para un carnaval (aguafuerte, coloreado a mano). Fuente: Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV).
Las ranas pidiendo rey
Cansadas las ranas de la anarquía en que vivían, mandaron una diputación a Zeus para pedirle que les diera un rey. Zeus, compadecido de su simpleza, envió un leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido, se escondieron en las profundidades del pantano; al fin, viendo que el leño no se movía, volvieron a salir a la superficie y empezaron a sentir tan gran desprecio por el rey, que saltaban sobre él y se sentaban encima.
Humilladas de tener por monarca a un madero, se presentaron nuevamente a Zeus pidiéndoles que les cambiara el rey pues el primero era demasiado tranquilo. Indignado Zeus, les mandó una culebra de agua que las atrapó y las devoró.
Enseña ésta fábula que más vale ser gobernado por hombres descuidados pero sin maldad, que por otros muy emprendedores pero malvados.