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Amézaga, Eduardo
Eduardo Amézaga, pintor nacido en Montevideo (Uruguay) el 17 de setiembre de 1911. Realizó estudios plásticos en el Círculo de Bellas Artes, bajo la dirección de Domingo Bazzurro, y de artes decorativas en la Escuela Industrial. Fue profesor de dibujo y pintura en el Consejo del Niño.
Realizó exposiciones individuales e intervino en colectivas en: Subte Municipal (Montevideo, Uruguay), Asociación Cristiana de Jovenes (Montevideo, Uruguay), Liceo de Piriápolis (Maldonado, Uruguay), y en el exterior, en Washington (USA) y en el Congreso de Colombia. Concurrió a Salones Nacionales y Municipales.
La obra de Eduardo Amézaga se caracterizó por su predilección por los paisajes rurales, costeros y rincones urbanos.
Premios:
1937- Premio Estímulo (Círculo de Bellas Artes).
1938- II Salón Nacional, Mención, Medalla de Bronce por su óleo “Autorretrato” (Montevideo, Uruguay)
1939- III Salón, Premio Cámara de Senadores, por su óleo “Paisaje”.
1940- IV Salón Premio Fernando García, por su óleo “Paisaje”.
1941- V Salón Premio Caja Nacional de Ahorro Postal, por su óleo “Aserradero”.
1942- VI Salón Premio, por su óleo “Paisaje”.
1943- VII Salón 2º Premio Medalla de Plata, por su óleo “Fondos de una casa”.
1944- VIII Salón Primer Premio Medalla de Oro, por su óleo “Campos labrados”.
1947- XI Salón GRAN PREMIO Medalla de Oro por su óleo “Autorretrato”.
1950- XIV Salón Premio Cámara de Senadores, Medalla de Bronce, por su óleo “Paisaje”.
1951- XV Salón Premio Tabacalera Uruguaya S.A., Medalla de Bronce, por su óleo “La Abuela”.
1958- XXII Salón Premio al Retrato, Medalla de Bronce por su óleo “Retrato”.
1966- XXX Salón 2º Premio, Medalla de Plata, por su óleo “Día Lluvioso”.
En Salones Municipales, los siguientes Premios Adquisición:
1940- I Salón, por su óleo “Asilo”
1942- III Salón, por su óleo “Retrato”.
1944- V Salón, por su óleo “Vacuna”
1956- VIII Salón, por su óleo “Paisaje”
1957- IX Salón, por su óleo “Maternidad”
1958- X Salón, por su óleo “Paisaje Serrano”
1961- XIII Salón, por su óleo “Retrato”
Eduardo Amézaga concurrió también a algunos certámenes sobre temas históricos, logrando primeros premios en los de “La Asamblea de la Florida” 1942, “La Reforma Escolar” 1945, “Los Primeros Pobladores de Montevideo” 1958.
Poseen obras suyas los Museos:
Nacional de Artes Plásticas, Municipal de Bellas Artes, Histórico Nacional y Museos Departamentales del Interior del País: Museo Departamental de Artigas, Museo Departamental de Tacuarembó, Museo Departamental de Salto, Museo Departamental de Paysandú, Museo Departamental de Soriano, Museo Departamental de Durazno, Museo Departamental de Maldonado, Museo Departamental de Rocha, Museo Departamental de Cerro Largo, Museo Departamental de Canelones, Museo Departamental de Lavalleja, Museo Departamental de Treinta y Tres, Museo Departamental de Flores, Museo Departamental de San José, Museo Departamental de Florida, etc.
También en colecciones privadas de Uruguay, Argentina, México, España, Francia, Canadá, Italia y Suiza.
Eduardo Amézaga falleció en Montevideo (Uruguay) el 27 de abril de 1977.
"Proceso de las Artes Plásticas del Uruguay", por José Pedro Argul.
“Discípulo de Bazzurro, Eduardo Amézaga se destaca en el taller de su aprendizaje por su innata oposición a la policromía y la presencia de atmósferas de grises sugerentes de un nostálgico color sumamente tamizado.
En el Parque Rodó donde su profesor enseñaba a experimentar el paisaje, realiza notables telas. Librado a sí mismo, su temática será firme como algo que viene desde su raíz. Una niñez que ensoñaba cariños como la suya, le hace admirar a Eugenio Carriere, a sus monocromas telas de niños indefensos y de madres angustiadas. El “Patio de un hospicio” lo revela enteramente a la crítica en esa sola imagen inolvidable. Lo que atrae es la seriedad expresiva, tan parca en la utilización de la paleta que la mueve con la economía de un gran pintor.
La producción de Eduardo Amézaga no es importante en número pero la tela citada tiene pares; hay otras escenas de los mismos motivos, temas escolares, paisajes chacareros o de playa. Autorretratos diversos – con uno de ellos ganó el Gran Premio del Salón Nacional de 1947 – y dos telas de largo aliento, ganadoras de los concursos “La Declaratoria de la Florida” en 1941 y otra posterior y “La Reforma escolar de José Pedro Varela”.
De los autorretratos elegimos el de la colección Carlos Deltorchio. Se observa en esta tela cómo este artista, entre tímido y huraño, fácil al enrojecimiento, tomase su revancha de una manera impositiva, dominante y plena de confianza en sí mismo. Además este “Autorretrato” ejemplariza su magistral sobriedad pictórica en la que se admiran tonos de los mas justos y potentemente valorados que ha presentado hasta hoy la pintura nacional.
“Siempre se espera algún nuevo prodigio de este artista” escribimos alguna vez con motivo de sus primeras presentaciones”.
"Expresion personal de honda humanidad" por Dr. Eduardo Sellanes Iglesias
Eduardo Amézaga, se formó en el Círculo de Bellas Artes, junto al maestro Domingo Bazurro. Desde el surgimiento y a pesar de ser naturalista, denunció un espíritu romántico, que lo llevó al manejo de grises nostálgicos. Fue un artista cuyo fin primordial era el tema. Los temas de sus obras lo insertaron en un realismo dolido y patético, en una dimensión trágica del existir. Hay autores que le atribuyen influencias de Eugenio Carriére, en cuanto a la manera de encarar el óleo, a los motivos que también se emparentaban con aquel francés de las veladuras. Si tal influencia fuera cierta, se constituye para bien; Amézaga encontró, de tal manera, no solo el tema, sino que a través de la pintura, se halló asimismo dentro de su propia piel.
Al respecto, el destacado crítico de arte, José Pedro Argul, ha expresado: "…Eduardo Amézaga ha tomado definitivamente a Carriére por maestro y guía; es evidente su influencia. Pero todas las influencias son buenas cuando lo que ellas imponen, no impide agregar al discípulo tanto como recibe y bueno es advertirlo que cada vez es mayor el embrujo en las obras de Amézaga y es que en las figuras y paisajes es cada vez mayor la carga de sentida humanidad, doliente humanidad que sus obras encierran…".
No se ubicó dentro de las tendencias de entonces, salió del margen estipulado por talleres y escuelas. Apareció en el concierto del arte nacional en toda su función creadora y el matiz espiritual y sensible, se desprendió como impulsor de una expresión personal, caracterizada por una honda humanidad. Sus telas de hospitales y asilos son un ejemplo: toma los temas, los supera en su parte puramente naturalista y los envuelve en una poesía realista y dolida de tonos sombríos. Entre los motivos preferidos por este artista se destacan las maternidades y las figuras. En ellas la ternura y un velado sentimiento de lírica dramaticidad, de tono un tanto crudo, nos ofrecen una humanidad a flor de piel y una dimensión trágica del existir.
En sus autorretratos, aparece la figura casi descarnada en el estudio de los tonos y en la corriente expresiva de su mirada. Su paleta atestigua la tristeza y nostalgia que se reflejaba en su rostro. En los retratos hay un conocimiento que radica en la visión entera del cuadro, encontrando una fuerte determinación y solidez, fiel retratista. Los paisajes fueron cultivados con solvencia pero dentro de una sugestiva angustia. Rememora desde el ensueño los lugares que conoció, los reproduce sin preocuparse por la identidad espacial y temporal, ya que consideraba que lo que importaba es la composición, la esencia de las cosas. En sus trabajos finales reveló destellos cromáticos que no llegaron a amortiguar la eterna melancolía, una constante de su personalidad.
Se interesó además por los temas históricos. Concurrió a certámenes nacionales logrando primeros premios con los bocetos: Asamblea de la Florida (año 1942); Reforma Escolar de José Pedro Varela y Sus Colaboradores (año 1945) y con Los Primeros Pobladores de Montevideo (año 1958).
Argul nos dice: "El boceto presentado a concurso, “Asamblea de la Florida” es magnífico. Está totalmente resuelta la faz pictórica y la definidora actitud de los personajes: verdadero cuadro por lo que permitió a Amézaga cumplir satisfactoriamente la labor de la obra en el tamaño definitivo. Supo sentir los espacios y utilizarlos con dominante holgura. Artista de niñez humilde, de escaso trato social, posó los personajes históricos, con dignidad ideal, ennobleciendo cada una de sus figuras".
Realizó exposiciones individuales en la Asociación Cristiana de Jóvenes en 1930; en el Subte Municipal de Montevideo en 1957; en la Unión de Artistas Plásticos Contemporáneos en 1971 y en el Instituto Cultural Uruguayo Soviético en 1973.
Se encuentra entre los artistas plásticos más premiados.
En los salones nacionales fue destacado:
Mención, Medalla de Bronce por su óleo “Autorretrato” (1938);
Premio Cámara de Senadores, por su óleo “Paisaje” (1939);
Premio Fernando García por su óleo “Paisaje” (1940);
Premio Caja Nacional de Ahorro Postal por su óleo “Aserradero” (1941);
2º Premio por su óleo “Paisaje” (1942);
2º Premio Medalla de Plata por su óleo “Fondos de una casa” (1943);
1º Premio Medalla de Oro por su óleo “Campos labrados” (1944);
Gran Premio Medalla de Oro por su óleo “Autorretrato” (Pintura y Escultura 1947);
Premio Cámara de Senadores, Medalla de Bronce por su óleo “Paisaje” (1950);
Premio Tabacalera Uruguaya S. A., Medalla de Bronce por su óleo “La abuela” (Pintura y Escultura, 1951);
Premio al Retrato, Medalla de Bronce por su óleo “Retrato” (1958);
2º Premio Medalla de Plata por su óleo “Día lluvioso” (1966).
En los salones municipales fue distinguido con los Premios Adquisición:
Por su óleo “Asilo” (1940); por su óleo “Retrato” (1942); por su óleo “Vacuna” (1944); por su óleo “Paisaje” (1956); por su óleo “Maternidad” (1957); por su óleo “Paisaje serrano” (1958); por su óleo sobre tela “Retrato” (1961).
Concurrió también a algunos certámenes sobre temas históricos, logrando primeros premios en los de “La Asamblea de la Florida” (1942); ”La Reforma Escolar”(1945); “Los Primeros Pobladores de Montevideo” (1958). Sus obras forman parte del patrimonio del Museo Nacional de Arte Visuales, del Museo Juan Manuel Blanes, del Museo Municipal de Salto, del Museo Histórico Nacional, del Museo y Biblioteca Pedagógica Central y de la Intendencia de Montevideo.
Es Amézaga una figura indiscutida de la rica Historia de la Pintura Uruguaya. Describió el devenir con profunda tristeza.
“Expresión personal de honda humanidad”
Dr. Eduardo Sellanes Iglesias
"Datos Biográficos" por Lic. Cecilia Casavieja
Hijo de padres desconocidos. Cuando nació lo entregaron a las monjas con una medalla de oro, que tenía inscripto su nombre Eduardo Amézaga. Residió primero en el asilo “Buen Pastor”.
Cuando tenía ocho años lo mandaron a vivir a una chacra en Solís de Mataojo (Lavalleja, Uruguay), donde lo hacían levantarse a las tres de la mañana para realizar trabajos de campo.
Su vocación decía que había nacido con él. Empezó haciendo garabatos como todos los chicos de su edad, pero cuando otros niños dejaron los lápices y comenzaron a hacer diferentes cosas, él siguió dibujando y pintando. Dibujando con fiebre ardorosa cuanto cartón y papel llegaba a sus manos. No sabía por qué, ni para qué dibujaba, pero su oculta y poderosa vocación permanecía en él. Él lo expresa diciendo: “El fuego devora a los recién nacidos, pero los empuja a los elegidos, a propagar sus chispas creadoras”.
Fue así, entre el trabajo de campo y los garabatos que conoció a un molinero vecino suyo. Le gustaba mucho charlar con él, y es él que le cuenta acerca del concurso para niños que estaba convocando la revista “Mundo Uruguayo”. Amézaga con tan solo ocho años se presentó y ganó el primer premio del concurso y de su carrera. Posteriormente vuelve a Montevideo (Uruguay), residiendo en el barrio Sur. A los veinte años aproximadamente, ingresó al Círculo de Bellas Artes, bajo la dirección de Domingo Bazurro, un docente que propugnaba la economía de recursos pictóricos dentro del apego a la fisonomía naturalista y la austeridad en el uso planista del color.
Estuvo allí únicamente tres años, eso le bastó para saber que tenía una gran necesidad “la de estar solo”, lo decía sin eufemismos. Como un obrero de la pintura, había aprendido lo necesario.
Más adelante se vinculó a Prevosti que le dio consejos y lo orientó en su carrera. Continúa como autodidacta admirando a Carlos Federico Sáez y siguiendo de cerca la obra de Pedro Figari y Alfredo de Simone.
En un comienzo desempeñó distintos trabajos ya que no podía vivir de su pintura. El 23 de diciembre de 1937 se casó con Renée Acuña. Ella venía de París (Francia) después de haber estado muchos años viviendo allá. Provenía de una familia muy adinerada. Cuando conoció a Eduardo Amézaga y a su pintura, decidió apoyarlo. Lo obligó a dejar de trabajar y dedicarse a la pintura, la que solventaba los gastos del hogar era ella.
Luego Amézaga comenzó a dar clases de dibujo en el hogar femenino nº 1 de la calle Yaguarón (Montevideo, Uruguay).
Utilizaba principalmente tierra y goma arábiga con materiales. También dio clases en la Colonia Berro, en el Consejo del Niño, en el liceo nº 13 de Maroñas del cual fue fundador junto a su esposa (Montevideo, Uruguay).
Paralelamente continuaba pintando en su estudio ubicado en su propia casa de la calle Mar Ártico 1230 (Montevideo, Uruguay). A él le gustaba usar mucho el óleo y solía pintar retratos, casonas, figuras de niños y niñas, siendo la maternidad uno de sus principales temas.
Eduardo Amézaga falleció el 27 de abril de 1977, debido a una enfermedad que lo aquejaba desde hacía muchos años.
En su honor la Intendencia de Montevideo le dio su nombre a una calle del Cerrito de la Victoria (Montevideo, Uruguay).
En la época en la que Eduardo Amézaga era estudiante del Círculo de Bellas Artes, él mantenía su postura de no seguir ninguna corriente artística. Se basaba en el proceso del pintor y su madurez.
Pensaba que si vivía pendiente de corrientes, éstas podían frustrar la carrera de un pintor. Amézaga expresaba en el arte su mundo interior. “Es el sentir de lo que yo quiero comunicar lo que guía mi mano y mi pincel”.
Amézaga no negaba la posible influencia de otros pintores en su obra. Teniendo todo conocido y experimentado, dominando el medio expresivo, sus manos trabajaban por sí solas. Quedando así libre de modas y tendencias. Al no pertenecer a ninguna corriente, mantenía el arte siempre fresco. “Estoy solo y algo limitado físicamente”, nos dice una voz del otro lado del teléfono. “He vendido mucho, ahora tengo poca obra. Dentro de la naturaleza, la figura y el paisaje son los temas que me siguen conmoviendo. Desde el sentido más profundo de la pintura… mi meta única es expresarme en la libertad más absoluta. No, nunca pinto para preparar una exposición. Nunca la realicé porque debería para ello reunir de quince a veinte cuadros buenos; de gran calidad. Que me conformaran a mí, y no a los demás. Esto es difícil. Por dicho motivo es que no hago exposiciones individuales. ¿Qué, qué, teoría sustento? No soy esclavo de ninguna tendencia. Ni arte moderno ni arte antiguo. Yo pinto como siento y deseo”.
No dice Amézaga de sus triunfos. De aquellos que quizás los jóvenes no lo sepan. Sus cuadros históricos ganados a concurso: “La Declaratoria de la Independencia” y el cuadro a José Pedro Varela… Sus grandes y primeros premios en el Salón Nacional, y sus hermosas obras, en las que la figura tuvo en él, quizás en un determinado momento, al más representativo de los pintores nacionales.
“Datos biográficos”
Diario “El Día”, 5 de abril de 1968
Lic. Cecilia Casavieja